LA CARCAJADA. El cual pendrando en la posada para reponerse do las fatigas del viaje y procurarse descanso Pasó la pueria: cerróla coa mirada algo cobarde, dijo al entrar:— ¡nios les guarde", y dijo Mallas: — .llola! ¿(.mo ocurre? ¿traes mucha priesa? pero él mIIó poi instinto; sacó de su faja un cinto con oro, y lo echó en la mesa: y después con gran sollama dijo y con acenlo breve: — ¡No deja viajar la nieve, dáuie cena y dame cama! Nu habló mas, pidió por senas vino, y se bebió el indino nna botella de vino de excelente Valdepeñas. Diego conlintia su hisloria, diciendo que al otro dia se encontró el carrelon del arriero cubierto de nieve y esta, tinta de sangre, y junto al carro una faja: que el arriero habla sido asesinado y que no habla podido ser hallado el cadáver, ni descubierto el delincuente. Admirase el sargento de aquel suceso que nunca habia oido, y á posar del tiempo trascurrido so propone buscar las huellas de tal crimen. Matías que se hullaba en Toledo, á donde habla ido ii proparar la boda do su hija, llega en momentos que no era esperado á causa del temporal, trayendo los regalos de boda. Todos se encuentran en escena menos Cristóbal que ha salido á asuntos del servicio. La semejanza do aquella noche tempestuosa con la en que se cometió el crimen, hacia recordar la anécdota del arriero, y mientras cena Mallas, Diego reanuda la interrumpida narración, volviendo á hablar del mismo suceso, que Mallas oye con disgusto y queriéndole hacer callar á cada instante. En esto llaman á la puerta, Matías manda á Itita que abra, y se presenta un arriero casi con idénlicas señas y ropas que aquel da que so hablaba, el cual después de saludar, saca de la faja un cinto con dinero y lo arroja sobre la mesa, exclamando: ¡No deja viajar la nieve! ;Dadme cama y dadme cenal Matías, después de un momento de angustiosa vacilación, se lleva las mauos á la cabe/.a, lanza un grito espantoso y cae desplomado al suelo. Sigúese la natural confusión, lodos acuden en su socorro, y Diego, preocupado y mirando el cuadro, exclama: ¡Oné misteriol Asi concluye el primer cuadro, quedando bellisimamente hecha la exposición de la obra. En el segundo, y miéntras la hija y la mujer del alcalde, asi como Diego y Nicolás los amigos de la casa, han ido á misa por ser Domingo, de cuya circunstancia resulta un verdadero y delicioso cuadro de costumbres, realzado por minuciosos detalles que DO enunciamos por no pecar de prolijos. Mallas en un corlo monólogo dá á entender claramente por la voz. de su conciencia ser él el asesino del arriero. Entra Nicolás con un número do La Correspondencia y lee entre sus noticias el descubrimiento de un crimen comelldo hace treinta años, habiendo caído los delincuentes en poder de la justicia que les ha hecho expiar el crimen en el patíbulo. Matías, turbado al oír aquella lectura que le aviva los remordimientos de su conciencia, despacha bruscamente á Nicolás, y tiene olro monólogo en el cual procura tranquilizarse. Piensa en que el crimen que ha leído Nicolás, fué descubierto por el mango de un cuchillo que quedó olvidado, y dice: ¡No quiero pensar en esto que me volverla loco'. Mas puedo estar sin cuidado y fifit honradamente, ¡pues yo... afortunadamente... no dejó nada olvidadul |t aunque tü, conciencia impfa, siempre tu imperio recobras, borraré con buenas obras la enorme falta de un dial Preséntase luego Cristóbal, y Mallas le manifiesta su determinación de que en el mismo dia se verifique la boda, y que la ceremonia debe celebrarse á las dos. Un par de horas fallan, de verdadera ansiedad para los novios, y Malias determina entregar el dote, á lo que se opone el generoso guardia; pero Malias iosiste, hace que Hita abra el armario y aparece á la vista de todos un cinto: Diego lo coje y al arrojarlo sobre la mesa descubrense en él manchas de sangre. Todos se muestran admirados y Matías, en el colmo del espanto, dice sin darse razón de sus palabras: lüios dejusticiii! ¡Oue asi tu juslicia malel ¡¡Es el cinto del arriero'.'. Pero vuelve en sí enseguida, y comprendiendo la gravedad de las palabras que acaba de pronunciar, exclama: Pues yo ¿que he dicho? y trata do conducirlos á lodos á la Iglesia: pero Cristóbal, que hace vanos esfuerzos por borrar la impre sion que ha recibido, se niega, manifestando que antes ha de hablar con Mallas. Los amigos hacen corro manifestándose su sospecha de que sea el asosino, mientras Mallas empieza á demostrar desvarío, cubriendo el telón este cuadro final. Al empezarse el tercer acto aparecen ya casados el guardia y Rita, gracias á las satisfactorias explicaclones que á aquel habia dado Matías, suponiendo que como alcalde había recogido el cinto. En tanto que la familia y amigos están dentro á la mesa, Matías en la escena procura ahogar sus remordimientos en vino de Valdepeñas. Diego sale y manifiesta sus deseos de hablar con él: Mallas pido á Mercedes que traiga dos botellas, y ella después de resistirse por la prohibición que le ha hecho el médico do beber, se vé obligada á cumplir el mandato. Los dos amigos quedan solos, y el malicioso Diego le manifiesta sin ambajes que á él no le satisface la explicación que ha dado y que le cree el verdadero asesino, y tales esfuerzos hace, que Matías ya casi embriagado está á punto tío confesar, pero al fin logra detenerse. Queda solo y bebe repelidas veces hasta que queda completamente ébrio. Su lenguaje, en esle momento, no puede ser mas propio del personaje y de la situación: ¡Viva la vida! ¿Qué es esto? ¿Quién viene? ¿Quién anda ahí? ¡No teugo miedo! Mi yerno es de la guardia civill ¡su suegro es un hombro honrado! ¿Quién dirá nada de mi? ¡Yo te idolalro botella! ¡Tú eres mi amantel Sentir me haces tú soloj ¡Que vivan las botellas!— ¡Ay de mi! intenta levantarse y cae desplomado. En esto llega Rila, á la que no conoce, y alligida ella de ver el oslado de su pndro llama en su auxilio ádistóbal, su madre y convidados, los que acuden en el momento. Pasando Matías de la embriaguez al delirio canta de plano revolando el crimen con todas sus circunstancias entre el horror de los concurrentes, hasta quedar desfallecido, y es conducido á su habitación. Cristóbal y Rilaquedan en escena sosteniendo una terrible lucha. Rila quiere que no dé parle de lo que ha pasado. Cristóbal la ama con todo su corazón, pero el deber y tu disciplina están por encima de sus sentimientos. A los ruegos de su esposa contesta: ¿V el honor del cuerpo á que pertenezco? La ley tiene gravemente en nuestra cartilla escrito: Donde encuentres el delito busca y halla al delincuente Esto me ordena mi rey y mi honor, con él no riflo, que para mi no hay carino allí donde está la ley. En esto el médico, que está con Matías aparece anunciando que aquel ha muerto, terminando el drama con la siguiente escena: CmsT. (BlerM justicial Mkdico. El vino bebido con csceso, á la cabera la sangre le aglomeró y una congestión... Crist. Consuela un desconsuelo tan grande como su muerte acarrea, mi corazón afligido. jHisterios de augusia ciencia! Meo. llecemos todos por él. Crist. Y alabemos la suprema justicia de Dios, que nunca impune deja en la tierra crimen alguno por largo que su castigo aparezca. Tal es, brevlsimamente Indicado, el argumento del nuevo drama del íeñor Blanco, en el que abundan las bellezas, y se ve conocimiento de la escena. El éxito del drama fué extraordinario, siendo llamado el autor cuatro veces á la escena en medio de atronadores aplausos. Sin embargo, examinada la obra detenidamente no deja de tener algunos lunares. Salta á la vista á mas do falla de realismo en alguna situación, la solemne promesa que Cristóbal hace antes de su casamiento á Matías de no moverse en adelanlo del pueblo El que está sujeto al servicio de las armas no es libre de hacer lales promesas que no puede cumplir; algún diálogo y muy especialmente el del último acto entre los allijidos esposos peca de pesado; algo alijerado produciría mejor efecto. Escriba el señor Illanco con calma y meditación y dará gran realce á sus bellísimos versos, y no deje de leer el consejo del eminente D. Alberto Lista que hemos copiado á la cabeza del articulo. Entro tanto reciba nuestra cordial enhorabuena, y comprenda que merecerá bien de las letras si no deja en la ociosidad á las musas. También se la damos por el silencio que ha guardado la prensa. Poco espacio nos queda para hablar de la ejecución y pocas palabras diremos. Rara vez hemos visto un desempeño tan igual y tan ajustado en el estreno de una obra. Todos los artistas cumplieron perfectamente interpretando de un modo admirable sus respectivos papóles, muy especialmente el señor (¡arela Parreño, que arrebató á los espectadores en diversas escenas y más que todo en la embriaguez y delirio del i'illirao acto. Si no supiéramos de tiempo el talento de este distinguido ador, nos lo hubiese hecho conocer suficientemente en la noche del pasado lunes. Yo. SOIV RISAS. Según la Correspondencia de España, sesenta y siete hombres políticos han dirigido una carta á la Torlulía progresista de la callo de Carretas, (provincia do Madrid) declarando que dejan de pertenecer á ella. De lo que se deduce que en España después do la carta de los sesenta y siete, el partido progresista queda con sesenta y siete luces de menos. Fácil fuera que el dia menos pensado ni aun tuviera una vela para el entierro. • • • Personas mal pensadas y peor intencionadas, que nunca fallan en Madrid, han propalado recienlcmenlo la noticia de que los coches de S. M. el Rey D. Amadeo eran desmontados y destinado su maderaje á la confección de un gran barco de vapor. La Correspondencia si bien corrobora el hecho, tranquiliza los ánimos manifestando: que los coches de palacio mandados deshacer, no eran del servicio de las reales personas, sino de los empleados do la Real Casa: eran viejos (añade) sin mérito ni mas valor que el de algunos materiales aprovechables para otros carruajes en que se emplearán, como se hace siempre en casos análogos en todas partes. La ¿pea es la única que no queda tranquilizada, pues en la descomposición de los coches so le antoja ver la descomposición del reinado de los gaznápiros. ¡IJies ira, dies ir mi ,\ En la reunión de los electores ministeriales del distrito del Hospicio se proclamó la candidatura del señor Sagas la. ¡Triste presagio para el Sr. Sagasla! ¡candidatura de ilospiciol!! Nos parece que huele ello á maemoni pasalli. Según parece, el general Espartero so niega á aceptar candidatura alguna en el estado de división á que desgraciadamente han llegado los que deberian ser mantenedores do las libertades patrias. jllien por el abuelilo! olé! ♦ M La Gaceta publica un Real decreto otorgando al señor Crahani permiso para establecer un cable telegráfico desde Manila á la costa del Asia. Al propio señor Grahani parece so le ha confiado también el proyecto de un cable submarino desde el reino de Madrid al reino do Italia. Por supuesto á prevención. Solución á la charada del número anterior: Colmenares. BARCELONA: Imp. .le Luis Tasso, calle del Arco del Teatro, callejón entre loa nú meros 21 y 23.