556 Catalunya 18 Octubre 1913 pues. de indagar si dicha literatura y dicha generación han producido, recogido o expresado un ideal y cual SM éste, en su caso. con relación a la rcalidad cspaftola. Un articulo dc periòdico no permite el aniliais ni la documentación terminante. Ha de reducirsc a las condusioncs dc un puro impresionismo, dejando para cl libro o la revista cl cuidado de razonarlas y demostrarlas. Así, pues. yo no voy a consignar aqui m&s que esa impresión personal isima : la impresión de conjunto en que han llcgado a resolverse rais lecturas de todo esc período. tal veí no tan completas como cl asunto requiere. Cuando. en términos absolutos, se habla dc «ideal» en una literatura, este ideal sucle enteuderse como expresión y míxima medida de nacionalidad. En tal sentido, ideai equivalc a pàtria sublimada : la pàtria de nuestro anhelo, de nuestra volición, de nuestra fe en lo futuro ; la pàtria de nuestro espfritu. flotando entre la historia y lo porvetiir. Y. ^puede descubrirse alguna visión. alguna ambición de pàtria futura, de pàtria espaftola ideal cn todo cse conjunto literario ? Me atrevo a contestar que no. Fucra dc los apóstoles y propagandistas. del tipo dc Costa o de Picavea. que pertenecen al campo de la política y de la literatura aplicada mejor que al del arte puro, en lo restantc dc las modernas letras castellanas : poesia, novela, crítica, no se dibuja ninguna fuerte y definida aspiración de patriotisme actual. Allí donde parece existir algún patriotismo, reviste íormas puramente arqueológicas y retrospectivas. Para senrirse patriotas, aun los poetas màs exquisitos de la nueva generación han dc volverse dc cspaldas a nuestros tiempos y situarse de un modo imagiaario en el siglo XVI o en el XVII ; han de revivir con artificio la hora imperialista de Carlos I o la hora decadente de Felipe IV, entre las cualcs discurre fugar la grandeía cspaflola : han dc ajustarsc la armadura de Leiva o el jubón de Villamediana. Pcro toda esa poesia y todo el sentido nacional por ella expresado, no constituyen màs que una reconstitución erudita y dc biblioteca, en la misma forma y siguiendo idèntica propensión que buena parte dc la pintura comemponSnea, empeflada cn producir obras de museo mejor que obras vivas, directas y palpitantcs. Poéticamente y pic- tóricanteme esas escuelas jóvcncs, viven de la cfalsifkación de antigüedades», dc imitar la patina y la herrumbre, de forjar habilidosos pasíiccios o, a lo sumo, dc destilar ■silenciosamcntc, a través de cllos, las Idgrimas de una interminable y muda elegia. Cuando cambian de posición, cuando dejan de contemplar lo pasado y se vuelven a lo dc ahora. entonces o deprimen sin piedad lo indígena y propio, o vagan por lo distante, irreal y cosmopolita. Proscríbcnsc como un filistefsmo todo entusiasmo dc pàtria y adn afectan a veces cierto misantrópico y total desprecio dc cuanto les rodea, como si quisicran romper con csa pàtria todo vinculo y solidaridad, a guisa de emigrantes espiriíuales que reniegan dc su temifto y sacuden el polvo dc su calzado al tomar el vapor, que les conduce al otro hemisferio del alma. Asi, pues, en esas letras novísimas no se advierte la sensación del patriotisme mAs que en la forma indirecta de la evocación arqueològica. Dc las dos direcciones principalcs que ofrece dicha literatura, los arcaisías hablan de un patriotisme fósil e indirecto que es mera reconstitución cerebral y de gabíncte, >- los acluales no hablan dc ninguno. Sin duda, esta doble actitud tienc su origen cn la misma causa. El falso patriotisme — la patriotería — , que huo de las suyas durante las últimas décadas del siglo pasado. que alentó tan engaíiosas esperamas y fué seguido de tan tremendas decepdones, había de parar en una extitición o eclipse del sentimiento nacional. A cse falso patriotismo debimos en parte la lección mü% dura que nuestro país haya recibido cn toda su existència; y la generación que entonces surgió, conserva indeleble la memòria de tal escarmiento y aún creyó, y crec todavía, que la enmienda de su raza se ha de empezar aniquildndolo y aventjndolo hasta en sus rttús tènues vestigios. En resumen : como rcacción contra cl patriotismo vacío y enfàtico hase acabado por prescindir del verdadero, >• a los motivos localcs que determinaron en Espafla csa rcacción unióse después la corriente intelectual del internacionalisme pacifista. Como casi siempre acontece. en los paises productores de esas ideas est^n ya de vuelta cuando nosotros, pobres consumidores retrasados, nos deleitamos tòdavía con la esperanaa dc la excurslón y el ardor dc la marcha y la protendida novedad. Y cn esto radica lo mis grave del conflicto : la aúeja forma del patriotisme cspaüol nos llevó al desastre; para levantarnos de é\ tuvimos que imaginar y trazar infinites proycctos dc regeneración ; y todos esos proycctos, meramente intelectualcs, meramente ccrcbralcs también, no encontraron la pasión o entusiasmo de que necesitan las ideas para ser íecundas, si es que esas grandes ideas, como ha podido decirse de la filosofia cn cada siglo, no son ya nuestras propias pasioncs y sentimientos, razonados y tcoriiados a posteriori por los tdeólogos. Ahora bien: se ha matado el viejo, cl falso patriotismo fanfarrón y charanguista, pero no ha surgido cl nuevo, ni se ha estimulado su aparición, ni los màs selectes cultivadores de las letras se atreven a provocarlo y excitarlo, medrosos de pasar por antlcuados y cursis o dc que rebrote la raíz antigua. Y esto Ics conduce al absurdo siguiente: claman por una rcgcncración nacional, irritanse porque no se acelera ni ofrece sintomas de cumplirse y creen que esa rcgcncración puede lograrsc fríamente, cautelosamcntc, a cspaldas dc todo patriotismo y stn asistencia de un fuerte y càlido sentimiento de nacionalidad. Hasta ahora no se concen en la historia màs que dos instrumentes de cohesión sodai y de cultura : la fe religiosa, cl patriotisme. Y la experiència dc las centurias ensclla dc un modo absoluto que la civiliïación no cs obra dc la humanidad abstracta, sine producto de pueblos determinades, concretes y tangibles. No puede hablarse, en sentido histórico, dc cultura, sino de culturas, ni dc civilhación sino dc civilijacioncs. Pcro para ese formidable, lento y glorioso trabajo. no hay màs que un obrero : la nación, el espíritu nacional, el patriotismo nacional. Fucra de csa corriente nada sc ha hecho cn el mundo, y cs posiblc que nada sc haga en lo sucesivo. De todos modos, si el milagro viniera seria cosa, no de a&os ni de sigles, sino de milenios; y por lo tanto, si nuestra generación quierc realmente elevarse y redimirse tendri que sujctarse para ello a la ley de su època y promover o seguir su restauración, tràtese de Castilla, tratesc de Catalurta, por el caucc secular de su respectiva nacionalidad y fervor patriótico. Micdkl S. OLIVER. (De -f,a V anguardia) . JOIERIA * PLATERI Garantia absoluta en tots els objectes + Economia en els ppeas