tantos modos (]emo.strnlivofi é in-cfrag.'iblcs. No hay cstiiciou , . en que no se me hayan presen Unto de muchos uñus á esta parto nuevos ai^moenlos que añadir en ipoyo tle cuanto espongo, asi prácticos coino históricos; y todos análogos i) los que nos olVecen actualmente las én. 1 ferniedades de la neiiínsiila , de América, siu mentar, las de otros países. tíc lo dicho la primera cuestión Importante es: que un co«tagio especilico no es ni puede ser • chusa alguna de enfermedades epidémicas ni pestilenciales : la segunila , que los medios empleados para librarnos de tales enfermedades, i'uadados en el supuesto contagio, como son las cuarenteiias, lazaretos &c. lejos de ser- provechosos ó de ser puramente inútiles, no hacen mas que fomentar las enfermedades y por consiguiente la mortandad hasta la .frecuente proporción de los diez y nueve veintenos. Apliquemos estos doctrinas h la calentura que aelnalmijnte está asolando a la peuin-; sala de España. Primeramente hay, cosa mas ridicula , que dependa de un contagio especilico «na enfennedad que constantemente se maniliesta íi principios de otoño, y finaliza de un modo uniforme al entrar en inviernoi' Y por otra parte , no puede haber conclusión mus racional K-allj La semana pasada." Este artículo es de fecha de 17 de setiembre ; pero la junta censoria francesa impidió al principio su publicación. En el mes de setiembre es cuando por lo regular qbra la causa de las epidemias con mas. iulcnsidad en aquellos climas, y por lo que toca k la actual calentura de la península se puede asegurar sin miedo' de engañarse, que cundirá, disminuirá y cesará con las mudanzas estacionarias,, como ■siempre ha- sucedido : es decir, que irá creciendo en setiembre , disminuirá a linos de octubre y se estinguirá por todo el mes de noviembre, y cuando no, ai entrar al íliciembre. Cuando las cosas 110 sucediesen de este modo, ó variasen de aspecto, muy fácil será dar razón de la causa que por la difereueia que casualmente se nota cu el curso regular de las mudanzas de temperatura , ó ya por la cualidad del aire que respectivamente caraeteriza y distingue las estaciones , juntauiente con lo que llamamos eitudo de . predisposición , en que se halla el hombre mediante otras anteriores. Por distintos caniinos y en varias obras tcor go demostrado que la doctrina del contagio en las enfermedades epidémicas y pestilenciales no solamente es error positivo < si también un en-: caño en su origen. En cuantas diserlacioiies nos dejaron los antiguos acerca de materia epidémica' no hallamos la mas miniina mwiciou de un contagio especifico ni cosa alguna que a ello aluda. El espíritu de corporación que ha abortado los falsos conocimientus que egercen tanto imperio sobre el ¡ucio de los modernos, vio se habla apoderado de tal manera de los escritores •griegos y romanos, es decir de aquellos tiempos gloriosos é ilustrados , quo les movieso ¡1 adoptar runa eslravaganeia tan necia cual es la de creer que, una enfermedad epidémica dependa de ua contagio especilico. De aqui es que lejos de adop•tar unas medidas tan insensatas como bárbaras, & saber los cordones militares , ..líiieas de etrCÜQa valaeion , ineominiicaci'in de calles, obstrucción de comercio y navegación en los principales puertos, el encierro de los enfermos en sus. casas y de los sospechosos de estarlo , su forzosa traslación á los la/.aretos con otras metbdas da este jaex , que solo logran aumentar la ¡uiseria , fomentando la enfermedad de un modo iocaícula.blc ,• lejos de esto, digo aquellos varones .se ocupaban sabiamente en celebrar la fii rila 'del. Zaclislcrniiun ¡mu en lo mas fuerte dé tus epideinias , procurando de este modo apartar , ó cuando menos aligerar los terrores que acouipuiiaima ■íi esta calamidad bajo el aspecto que coiminiaenle presentaba. Voy pues á entrar en discusión directa con cuantos acusan á los antiguos de haber abrigado tan errónea opinión ; puesto qjie no es de "poco peso y. entidad una cuestión de que /depende la salvación o asolamiento de ciudades pobladí.siiijaíí Ariruio pues que Üo solo los )>ldi¿nas , hablo en general , 110 daban fé a semejante doctrina , ni teniau siquiera idea del eoníagio. en enfermedad alguna; sino que no hay , un solo autor entro ellos , que la. hay.a sostenido. Mus importa . poco (jue cu algunos poetas c historiador ■ T a ; .-i .i .V.