LA FLACA. como yo los encontré. ¡Qué bien sacan de un apuro! ¡Qué candor! ¡qué sencillez! ¡qué inocencia! ¡qué dulzura! So levantaron ayer y ya piden á los pueblos con la misma esplendidez que Caslells, Guiu y Savalls, exigen el alquiler de tres meses. ¡Bravo, amigos! Por Yds. me salvé.» Por la copia, Tomillo. BOSTEZOS. Bostezando escribo, lo confieso. ¿Y qué cosa menos mala puede bacer boy día un español honrado? —¿Qué es Y.? —Carlista. —¿Y usted? —Federal. —Pues entonces bagamos causa común contra los radicales, que es la gran manera de que salgamos perdiendo los tres. —Tiene Y. razón, bombre. Abora recuerdo que soy intransigente. —¡Esos cinco, camarada! —En Mataré unos trabajadores asociados trataron de incendiar una fábrica en que trabajan operarios no asociados. —¿Y qué? —Que los operarios no asociados se defendieron pertrecbados en su fábrica. —¿Y qué? —Nada, bombre, nada; sino que me parece muy natural que cuando uno ataca el otro se defienda. Esta es la teoría de la guerra, es decir, la de la Monarquía. — Y yo que creia que esto era un síntoma de petróleo. ¡Qué desengaño! ¡Porque el petróleo es un aceite que á mi me gusta tanto! Dicen que Gabriel se va, Pero diz que Eugenio viene. Son iguales en valer, Con que asi nada se pierde —Dicen que el general Contreras es el jefe de los federales que dicen que so han sublevado. —No lo creo. — ¡Yamos! que no lo creo. —Digo á V. que es inútil. —Nunca me convenceré de ello. Zorrilla (para si) «ni yo tampoco. » ¡Vivir continuamente en estado de Kepiibüca! ¡Qué mal oslado es ese! ¡Poder pagar en un momento lodo lo que se debe! ¡No tener un rey á quien adular y de quien recibir mercedes á manos llenas! ¡Descentralizar sin un sistema directo y preconcebir! ¡Vamos! es atroz. El rey está enfermo. El rey eslá mejor. El rey ha pasado una buena noche. No ba pasado aun buena noche el rey. El rey siente ya menos dolores. Mas dolores siente de nuevo el rey. ílé aquí la política española. ¡Qué picaros y qué maliciosos son los diarios monárquicos cuando se refieren á monarcas que no son de su devoción! Sabe Vd. ¡como ellos atienden antes que todo á los principios! ¿Está Vd.? Pues ¡no decía un periódico que D. Amadeo necesita un par de meses de país natal para curarse radicalmente de la enfermedad que le aqueja! ¿Con qué, dos meses de país nalal? ¿No le parecería á Vd. mejor, mi querido colega, que además de esos dos meses de paseo, viniesen seis de destierro porpéluo del personaje y la elección monda y lironda del tierno Alfonsino bajo la férula de su tio D. Antonio? Lo creo, lo creo; pero no sucederá eso, no puedo suceder. En lin, que ya he dicho que no sucederá. Los franceses si que están mal. Esto va mal, muy mal. El gobierno peor, muy peor. Y no es esto lo peor. Lo peor es el espíritu público. Aseguro á Vds. que no me gusta el espíritu público. En cambio me gusta El espíritu del mar bailado por la Pinchiara, que en el arte de las piruetas aventaja al político español que mejor las haga. Político conocen Vds. que de una sola pirueta se ba colocado en el grado de general, de paisano que era. Político conocen Vds. que ha subido de romancero á ministro de una sola pirueta. Político conocen Vds. que de purista plebeyo ba subido á titulo gracias á la revolución (de setiembre) que transformó su sangre de roja en azul. Pues bien; ninguna de esas piruetas me ha sorprendido tanto como la mas sencilla de la Pinchiara. El gobierno, como siempre, lleva la mejor parte en toda la línea. Los carlistas marchan de derrota en derrota, pero marchan, que es lo grave. Los federales... pobres federales! Esos no marchan mas que á las Marianas ó á Cuba ó á Fernando Poo. Pero, eso si, en volviendo... ya verán Ydes. lo que yo bago. Y no hay novedad. Y todo está tranquilo.... Pero mí capa no parece. ¿En qué so conoce que no estamos en tiempo de lluvia? En que ningún concejal habla ya de desvíos ni de ramblares colectores. —¿Qué se necesita para aceptar el proyecto del señor Cerdá, sobre el susodicho ramblais? Primero: tener dinero. Segundo: que baya una inundación de priraira. —Saben Vds. si se dice que va á armarse la gorda? — Así dicen. —Pues me alegro. — ¡Como! —Joma! porque de eso modo sabré ya positivamente que no se armará. —¿Qué les ha parecido á Vds. la ultima cuestión entro los soldados de la ciencia y los de D. Amadeo? ¡Qué cosa tan edificante! ¡Que agradable! ¡Qué típica! Si típica... de nuestras desdichadas costumbres! Se levanta un edificio, sino del todo adecuado al objeto á que va dedicado, capaz, por lo menos, bajo el punto de vista de la magnitud. Ya tenemos el edificio. ¿Creerá V. abora, que el edificio cumplirá su misión? Para misiones estamos abora! Se mandan un par de batallones al edificio, se les hace tomar posesión, y ya está. Nanuralmente, se resienten los asiduos concurrentes al edificio y empieza la chamusquina. Pero como quien manda manda, se apercibe el general del hecho y da la razón ¿á los soldados? Pues no señor, á los escolares. Y viva la Pepa. Como el general no ha sido nunca escolar!... Solución de la charada del número anterior: Botarate. CHARADA. Por haber llegado el tiempo de mi primera y tercera á la hacienda me marchó para que mejor saliera; pero temiendo aburrirme de la campestre belleza á mi tercia y la que sigue llevé conmigo á la hacienda y mientras prima y segunda estaba comiendo ella yo mi todo le ponía en su hermosa cabellera. BARCELONA: Irap. de Luis Tasso, calle del Arco del Teatro, callejón entre los números 21 y 23.