LAS DOS FIGURAS DEPORTIVAS DE LA SEMANA Julián Español y Vicente Bachero, se han revelado como dos esperanzas de la pista, dentro sus especialidades respectivas. Entre muchos (Je las cosas notables que indudablernonte est/i llamado a depararnos el nuevo velódromo de la ü. E. Sane, una grande, nos la proporcionó ya el mismo día de su inauguración. La consagración de Julián Español como «sprinter» de alta clase, ante un núcleo de aficionados que nunca se habían visto reunidos, ni en número inferior a la mitad, en torno de nuestras pistas. La rnasa dé público qnc en su mayoría fué al velódromo, teniendo de Español una dóbil idea de su valor, que lo consideraba quizá por debajo de los Llorcns, Bover, Regnier y .Tañer, hombres en quienes por su larf.'a reputación y dominio de la pista se confiaba habían de imponerse a la mejor conjunción de valores que vinieron de toda España a disputar las carreras inaugurales, el público, decimos, se impresionó en el primer «sprint», de la forma que acusaba Español, y a la salida de la pista, cuando el comentario pasa a reemplazar los momentos vividos y sintetizados m las notas del espectáculo qne más han penetrado en el ánimo del espectador, el nombre del joven corredor absorbía la general atención, y rápidamente en torno de su actuación se extendió el murmullo inundador de la multitud idólatra, qne cuidó de formar el encumbramiento más alto, logrado hasta la fecha por Julián Español. Decimos al principio de estas líneas que Español tuvo su consagración con motivo de las carreras inaugurales. Debemos añadir que esta consagración se refiere, no a su pran condición de «sprinter», si no a su reputación como tal. La condición, las aptitudes, empezó a manifestarlas (ñi ''1 dfsai'arcrifln vrlódrnmn do la rallo ''(" Pnn Jorge, en sus primeros debuts de 3.a categoría contra Nogueras, Fargas, Escrich, Jlewitson (T.), Cablera, ele. A últimos de lKj¿4 disputatm ya los primeros puestos a Bover, Regnier, Sans, Janer y Saura, pero se enteraban de sus progresos 300 ó 500 personas. En 1925 obtuvo el título de campeón de España de la especialidad, consagrándose, por tanto, en la categoría de «as». Reanudó la misma hazaña en el año actual, pero sin mucha repercusión para su fama en Cataluña, por Español, el hombre de los músculos de acero, que coa sus "¿prims" impresionantes se ha destacado como un valor •or» serie'*. haberse celebrado dichos campeonatos fuera de nuestra región y no haber participado en los mismos ni Llorens ni otros pistards de ésta que se consideraban de su altura. Corrió en Badalona y Sabadell en septiembre del año pasado, ante bastante público, pero obligado a afrontar hombres de la valía de Sergent, Lucien Louet, Dewolf, Faudet, Beyl, Egg, etc., no pudo dar aún la nota aguda, aunque evidenció nuevamente su superioridad sobre el resto de nacionales. Español estaba, pues, consagrado técnicamente como un gran «sprinter», pero le faltaba exhibirse ante unos miles de espectadores para que el favor popular se apoderara de su nombre y fuera, además, una figura de relieve en el deporte español. El «sprinter» existía hace ya dos años, pero la fama del nombre que debía contrastar dignamente con la valía probada del atleta, permanecía en cierta injusta obscuridad, que desapareció por fin el día 5 del actual al abrirse las puertas del nuevo velódromo, que fueron para Español el rayo de luz que hizo destacar su figura bajo una aureola de gloria, que se extenderá tanto más cuanto mayores sean sus deseos en corresponder al público, que al dispensar su inmenso favor a la brillante jornada inaugural, pudo conocerle y admirarle en proporciones hasta entonces ignoradas. Es lo ünico que debe esperarse del gran campeón. Si conserva la reciprocidad' para el público, llegará arriba, muy arriba. Sus cualidades para la velocidad son de primerísimo orden, y, no obstante haber logrado ya un buen pulimento, puede obligarlas fácilmente a un rendimiento mayor. Ifoy «cubica» mucho más que nin.