Año III. Barcelona 11 de Febrero de 1875. Núm. 6. PUMOS DE SÜSGRIGION: barcelona Trii.ia y Serr.v, calle Escudillers, 85. MADRID HIJOS DE FK, JACOMETREZO. N.0 44. RESTO DE ESPAÑA PRINCIPALES LIBRERÍAS. REDACCION 1 ADMISISTRACIOÜ: KSCL'DII.LERS, NÚM. 85, B VRCELOXA . PRECIOS DE SUSCRIG10N: ESPAÑA. 16 REALES CADA 12 NÚMEROS. pagados |iot anlicipailo. Ni' MEROS SI'KLTOS 2 REALES. ULTRAMAR. 2Í NUMEROS 50 REALES FUERTES. LA MADEJA. VISTAZO. Entramos en la primera de las siete semanas de abstinencia. La entrada de la Cuaresma no se anuncia con aquella gradación que se observa en las demás épocas del año. Si miramos las estaciones, vemos que en la Primavera va subiendo el calor, basta que paulatinamente nos bailamos en Estío. Llega este á su colmo y desciende también gradualmente ; pasamos por el Otoño, y de aquí, sin que nos apercibamos casi, penetramos en Invierno. Llega este á su mayor crudeza, se encalma luego y la sonriente Primavera asoma de una manera insensible. La misma época de Carnaval, comienza con tibieza en las primeras semanas, cada semana se nota una dosis mayor de bullicio, van aumentando los bailes de máscaras, el número de enmascarados va siendo mayor todos los dias y á nadie sorprende de este niodo la algazara de Carnestolendas. La semana de Pasión viene precedida de las siete semanas de Cuaresma, y aquella época de luto para los cristianos, viene encajándose al método de vida mística que durante. la Cuaresma ba debido observarse. La Cuaresma, empero, no viene así paulatinamente. Nos cae encima, como el cborro de agua fria en los baños rusos nos impresiona en el momento en que sentimos calor en mayor grado. Durante los dias de Carnestolendas, todo son músicas, estudiantinas, bailes, bromazos, algazara. Llega á su cúspide el Jolgorio el tercer dia, y la primera campanada de las doce de la nocbe, es el bacbazo que corta la cabeza á la alegría y la sepulta en la Cnaresma; En un imperceptible instanle, se pasa de la vida á la muerte. En un imperceptible instante, se pasa del Carnaval á la Cuaresma, que es la vida y la muerte de la alegría. Del estremado bullicio del Carnaval, al religioso silencio de Cuaresma, no bay Primavera ni Otoño, no bay medias tintas, no bay gradación alguna. Y no profundizemos más en este asunto, que no queremos bacer oposición á ninguna cátedra de filosofía ; ni por otra parte lograríamos que se estableciera un nuevo órden en sustitución al que viene efectuándose constantemente desde bace más de diez y ocbo siglos. «Alégrense Vds.> les decíamos en el vistazo anterior. Abora, en consecuencia á la pre¬ cedente sinfonía, debemos decirles : «Entristézcanse Vds. » El señor Ruiz Zorrilla ba sido desterrado, por bacer gestiones, así lo dice La Epoca, para reorganizar un partido contrario á la monarquía constitucional. No sabemos si á consecuencia de esta medida tomada por el gobierno, es que el señor Castelar ha tomado la determinación de salir de España. Lo único que podemos decir es que el mismo dia en que sabíamos por telégramas que el señor Ruiz Zorrilla salla desterrado, se nos comunicaba también telegráficamente por los periódicos, que el señor Castelar saldría para el estranjero dentro de un breve plazo. Si la salida forzosa del uno, ba sido causa ó no de activar la salida voluntaria del otro, es lo que ignoramos, pero coinciden ambas y cada lector acomódeselo á su gusto. Los carlistas continúan en su terquedad. Empéllanse en derramar sangre española y en continuar lucbando, llevándose siempre la peor parte en la ludia. La bravura del ejército liberal pénese mas de manifirsto todos los dias y ya que los carcundas quieren que con ellos se acabe, tan tercos son que van á salir con la suya en este particular; y así quisiéramos que resultara. • Acábese con los carlistas, y vean ellos como sobre este asunto andamos conformes. Dártolo. EL DECRETO SOBRE IMPRENTA. Tomamos de El Perro Grande el siguiente suelto: «A la Corn'spondrnn'a le ha caido el peso de la ley encima de un suelto, que ba quedado hecho una trilla, aplastado, borroso, ¡legible. El suelto empozaba diciendo : « Dice la Epoca.-» ;T,o ven Vd>-.? ¡Por charlatana le ha sucedido eso á la Correspondencia ! ¡ Si hubiera dejado decir á la Epoca , otra hubiera sido su suerte!> Quiere decir esto, lo que yo tengo necesidad de esplicar; porque bien clarito está el colega madrileño. Yo quiero decir con esto , y aquí sí que es necesaria la esplicacion , que á la Correspondencia le pasó, un fracaso de lo cual Dios nos libre, y que si bien ahora vamos á transcribir lo que dicen otros periódicos respecto al decreto robre la prensa, es precisamente para evitar lo que pasó al colega noticiero, escusando toda clase de comentarios. Amigos de la libertad , no queremos que los lectores se sujeten á un criterio determinado; que cada cual se lo forme á su manera. Todos los periódicos de Madrid , al aparecer en las columnas de la (lácela el decreto del señor Romero y Robledo, le dedican artículos ó sueltos de fondo. A la Epoca, no le parecerían las disposiciones del decreto las mejores, si hubieran de regir perpétuamente. Según la Prensa , el decreto es vago, pero no irreformable. El Diario Español se felicita de la desaparición de la previa censura y de las facultades de discusión que en el decreto se mencionan; calificándolo, no obstante, de severo. El siguiente párrafo, es del artículo del Diario Español: «Triste es á la verdad que todos los gobiernos que de algún tiempo á esta parte se van sucediendo , manifiesten hácia la prensa una prevención y una desconfianza á nuestro modo de ver injusta. A la prensa política se la ha querido hacer responsable de faltas agenas, y todo el rigor que los gobiernos debian haber empleado contra enemigos más peligrosos, lo han descargado contra los periódicos , como si en ellos quisieran desahogar su mal humor.» La Poli tica ha advertido en el decreto que nos ocupa una omisión importante, cual es la relativa á los asuntos de Ultramar, y pregunta con este motivo cual es el criterio del Gobierno con ellos. La Bandera Española, después de insertar el decreto , hace de él un largo comentario, del cual tomamos lo siguiente: «El artículo primero del decreto que antecede nos permite discutirlo doctrinalmente, adverbio impropio de un precepto , pero que, á nuestro juicio, indica que esta, como todas las disposiciones del ministerio-regencia que publica la Gacela, pueden ser comentadas por los periódicos, censuradas ó aplaudidas con arreglo á las doctrinas que profese cada cual y á los principios umversalmente reconocidos y aceptados. Hemos dicho todas las disposiciones que publique la (rácela , y aun esto no es cierto, cuanto ménos lo serán, como también con grande impropiedad dice el decreto, todas las disposiciones administrativas, jurídicas y políticas. Una disposición política será, por ejemplo, el establecimiento del actual sistema de gobierno, no ya en su esencia de monarquía constitucional , sino en su forma accidental de dictadura ejercida por un ministerio-regencia, y esta disposición es indiscutible. Una disposición administrativa seria el aprovisionar al ejército por este ó el otro medio , el