pos mne paed«n oamir alarmi, y si los liuWiíró , y rp.^uiridoi no se disohtetcn , lo icnn por la fuerza ilel i-jércilo y Milicia Nacional y IntaJüS ¿binó pt- rluri)i lor^s del ttpoio (iúlilico. Ari. 5.* Los ladrones, homicidas é inrend arios aprindidos nlnganli . sufrirá» un lireve juicio «ntc la romi?ion militir y serán p isad is por las urinas sin mas tiempo que el pr.-iiso para prepararse u morir trisliaua- P.VLMKSANOS H'MiBARHS TODOS; M/>sible es á mi corazón que las ciicnnsíanciai ■ vijaii providencias enérgicas pero salvadoras de las insliluciones liberales que nos rigen y de l i sociedad nttreiiajrada en sns m>s caros ítitt-reses. I-as mias lien leu á este sagrado fin; y •nlrecliamrnlo umdn con TOCSIMS dignfsilnas aut'iridades y corporaciones no per ere medio ni «liligonci i p ira lograrlo. Par» ello icnli I én vuestro sensatez, en el patriotisgio de la licnemóríta Miliciá Nanonal, como también en la li-altad nunca d snu-i.tida del e^rcitu: confiad vosotros en mi, serums de que hallareis sierti ■ pre dispuesto á hacer hasta el ultimo do los sacrificios en defensa de nuestros p'iucipios; A yuestro capitán general Ámelllcr. Pnlm» Je Mallorca 19 de julio de 1836. PALMESANOS. Kl Es mo. sellor cipitan ueneral do eslas Islas, de acuerdo con mi autoridad y las locales de esla capital, en vista de los desagradables acontecimientos que han tonido lugar en algunos punios del Coniincnle, h* divlaradn en estado di- silio esta ciudÀÀ. Tal acuenlo, al que he prestado mi asi-nlimicnto cOil epluandoli; el mas confenienlo para «aranlir vuestra liliertnd y reposo, debo ser mirado por nosutroí como li égida do vuestro bienestar, contando ademas con la de-'ision y buen sentido que anima á la benemérita Milicia Nacional de Palma. feadriin lugar , lo espero , en este país, clásico de «cnïatPz , órden y patriotismo , las escenas desuladoiSS y vandálicas de que han si !o testigos otras provincias ; los enemigo, del sosiego público y de la situuion creada en julio de l8oi, no alzirin entre vosotros la lea tlel incendiario ó del lilii·i ticid i; y caso de intentarlo, caerán sobre é! sin consideración alKUna todo el tigor de la ley y la justa indign irion de todo ciudadano i: Mirado. Palmesanos, vitjj tranquilos, cotifnd en VU slras lulorjdadci IpnW, pues mientras I VISlan á vuestro frente, defenderán basta sucumbir, vuestra liberta i, vuestro reposo y vuestios intereses. Palma 19de julio de 185G.— Vne-tro ffohcf nadory cümp ilricio. — José Migue: Vtiti 1I1LICIAN0S ^iCIONALES, PALÍlEí Wu- TOPOS: íJnalesquiera punían ser las araros is curniisliin ia» (|ue en la actualidad eslu alravo■taiido la nación c-pañola, notnrios os son los acendrados sentimientos que abriga este ru rpo municipal en vez Je. las vi iieraml i* inslituciono< iju» falizmente nos rijei). Pero, en Irancv tal, el primer del>cr, lii nc. de nwscünmnc. eiieniigo.- para vulnerar yn lo mas uiínnn^ •ü» Obj. tu.- de nuestra mas cara veneración. Palmesanus: la crisis nolít'ca que so tí!ú rosolvii'ndo en la corle tendra breve una completa sdiieion; y li^^^^ qilfl.tslfl .sea ajustada á los iacrosan'ós principios de libertad que en si entraña la Índole de l is lostiluCioqes representativas, este Ayuntamiento la a. atará Clf»l ciioipío al «omelido que do vosotros recibiera. No lo dudéis palme-anos, vu*;-thi autoridad nídnicipal si ■ule latir en su seno todo ei fuego del patriotismo cívico y naetonat, y resuelto citA con ánimo valeroso i protestar y resistiese contra t .l.i medida de c.ia.cKni que tienda and u á emp ifur el .illivo laurel que el pueblo d s afios lia supi tm ili'i.'iainenlo conquislars ■. (-nid ul empero de cumenlar de un modo torcido las óid dejijilivami·iilu e npnj ida mas allá d. I trámites de U li^aidad, y nn-stro mhfS orgullo n fier 'le bu-nos y leab-s debe cilrarse tn no manglar c»n lunar ul-juno los eternos prnuiiiios ífu,1 con brilanie, còleres undulan en nueslra radiosi ¡.and. i ,,. OIIDL.N, paluieftanos lotes, tenuJ ct>nfi;V8W M vuestra auturidad munuip.il UN fehl con el corazmi prep irado si ¡mporla al magi áni no sacrificio, á lin do sallar con su propia 8.in tos son gra- i las. Veanw» amo los defecto» que en purliiular les encuentra (Jueu do , los inarniu» , los pollos gastados y tus poetas desuicantadu»'. Que son anloj.idizan como los viejos. talsas como ios podas. Mimosas como los niños. Murmuradores como Us auras, losarroyuelos o los gacctilleius. Variables como los prohombres políticos. Tales deleclos debieran s» r ohidados en vista de sus ojos mas negos que mi» botas de c ha - rol, ó la Huta d» mi tintero; sus cabellos tan negro». orno sus ojos, ó ma» Uorados que un duUluii (ie a cinco ouros; su boca ma» eucarnada que una tiesa y mas Iresca que una inañaiia de rneio, y su uanz, sus orejas, su t ille, sus m.nos, sus pie?, su... ule, etc. porque sena imposible enumerar todas las bclieiai de la iiiujei;y yu IÜS olvidaifa sin trabajo, si cuino dije ya antes no encontraia en ellas un nuevo uiananlial de encanto». Se las ciitica de antojadizas, cuando sus un lojos estan siempre cu consonancia cun los naesi ro». De falsas; ¡ njuslieia horrenda! porque todo, iiabran alguna vez etcLinado conmigo: »¡es tan bella la mentira, en bocn de una mujerl»' De mimosas: cuando su deliciosa cuquttona es nueslra mayor delicia, la ilusión Un nuestro» sueños r> atizada. Do murmuiadoras: cuando los hombres que intentan «r o-que so« inadio» no lo pueutii hacer sin calumniar. De variable»: cuando d jo un poeta astuiia- no . ..... . que el cielo la ioconataiicia al amor le dió en consuelo. Y cuando el que mas y ei que menos reconoce con ellas que en la vatiaciofl está el gusto. r i. r.i.i n DKIUS UUUHIOM-S. ll.ijr an liiglnletm una |iutcioii ila ■àoci·éionci ■[ • pin Je BOM» iiiíisiiilli'.«iU«« cu ■(mrirnci·, J lienUi·ii cutí licapn • un oljrlo da uulidid geucr.Ly colrccIU» M pucdi-runnr rl Club de ln Oomonet, que »e hi altibuldo la MWM d< Jctiruir, par lodos lo» mejio» poíiLles, íl inWrrtaala p. anegladosá lodas lfssalsaii¡ ¡nuevos antropófagos, los »úclus devoran su» ciu iui.'os dcspliei d« vencidos! y en voguida se repaitieron pctiuk» » loa in :ividaos que maa le ha* di.ua^u du en la campáis L·l pniMir lavicado Iva un Ul Hr, 1'luniMirr; el d'posil* subí» l« nrta ¡t,S|áiictimaa, por ciiy» arción her¿iéa tucibió en medio Je estrepitosas «plausos I» cantidad de lü cjii'llnei »pro«lm»damcnle;. Y el segundo, Mr. Forrli. cu recomiionsa do a,Ci9!l inuerla», «utino un premio Je Schellnea. Los de mis liíioi·i se roulenlaron can mcncionra liononricas ¡Segnn se ve.-la sorirdad .irnitAcid» no se amonaia en rr iii"ip>'nsas! Sus Injnlduns quejan «aiiafecbos con el honor 5 '* S'ona Je ser úlilea * la h unan ld.i d, j lirnta raiaai Paro esta cuestión tu ne también su carac;er rrr Jadcroinrnlrtciio. es Jo ir. lo» sen icio» 'l"' los pajaro» nodejm de ftestit, destruyenda a lot losccos que perjudican á la agiieulluia, Brsta saber si ei duu) que el feorfloá hace á tal COKibas y á lat huellas es tnfleienle |MOsct|liir; 6 il totu .rdo en Jotiila eutiita las ieniiq.is i|io' jMIMa proporelnnar, coon. ne mas oliijarsr du tm pífudot ) dej.irlc el culd du de p.'iseguir loa parviia» J.-stiUfWies qu,' unv.s peijuitiaa causan en los campos, Ksle problema merece, a buen srguro, estudiarse Con delenclotl Todui los n, iiui alistas i'ittvr-neu en reconocer que lot poJarot llenen misión Je pulg'i l« I erra Ji. i^» p0ra»ilo- de |oda clase, Asiqnc'el ruiseiior, el Jilguoro, el eulonn, son para los gusanos unot verdaderos eilülblffo»; pero el mat teiiiil·lu do tadot et el gorrión lorsí, i|'ie i-ti p| ninmenlfl on que lat larvat taleu du sn nicho, riliudo escasean ahsolulaincnle las írult» ) la» simiente». •* entrega, ron un ardor tan insaciable como »u haiubio, ■ dealiuir los gutanat, lat langotlas Iva abejuirv», ) lioatuicole (n^H lo» cneaiigoa sacrelo» delaagricnltura. l o agrónomo inglé» llr. Uradloy, aiegura qn« tn tiempo Je ^crla un psr de Korrione», marlm j liembra, rmisumen tQflMWMM por baia,6 seansu HiOoldta, y rale nOrneru debe n luiucuiando n ilurilinculo CUJIIJO mire la juven Uinllin, y taMI 'aya (recitada V l iainuiando nliora si loa serv lelos coinpen.an los perjuicios, puetlo que, so^uu la opinión ik-l celebre Motfon, un ¿on.oa rontuwe al tht 5 Ailògramo* Je grano, falla saber ti los iotuclot que dytlruye causarían nn peijuieío mayor en laaeoiechit1 íreamnt por nuestra parta que el JaA i quu poJnan haeer to*"* insettas tera iniieho aiuscreiiJoi y en prueba Je ello, baila oleilo punto i e inoqua anel fdatiii'idil y en nteo»'"- "d spnea do haber ívlibleculo piemiut para la deslruei ion Jet gnnion , han Iroliío que instituir nuevos pf-imot para tn reproducción, ater.dicuJü.i lo.iuBcnnquoilii tuínciido la coaechi a medida que doaoparecian los roalditol «orrlone». ía lijleiiil y el Ipipciio ivm'uin en el tiijla ¡Y, %pw JU. Allümlt de krogiit. Algunos creen que la supresión de la conIruveisia política lavoicfC parliculatra»uU:¿ la Uteralnra profunda, u 'a* r-'r-'-ndes alumbra■■iones del pemami -n'o . a las imporlantes obras de lil·isofia y de Hisloría, Enloiues, dicen , el espirtu es BCOAS apasionado. > la ateiieiwi mas imparcial y mas sém en el escritor, igualmcnieriuecii los lociorcs. Rntbrfces se ábrela época da lo» «on'umcntoí ¡aió- lectualea levantados pauiaimaiiieni,!, acogidos con lo'inal curiosidad, > In consiguiente poderosos cim respecto á los ánimos. Sai diípulár la valía de semejaiilc eunipeiisacioos si luese cierta, «reo que puede ponerse en iluda i sa pretendida Condición de las ohrnhnenas y sabiaí. Los tiempos mas libres, ó á • los mas andados, |Mn sido cicrUmcule Uis mas.iocuudos ci» eslud"'» severas, en Uboriosns esfoír»» del pen·'ainier.lo y iJe laclentil Véase la Grecia y Roma; véase la Italia en el siglo Mi» la Francia en la misma época } en ios primeros cu, nenia años d< 1 siglo siguiente; véase la Inglaterra desde ShakSpfcare á Millón, y luego, durante sus años de libertad constitucional , desde lord Chatam á Burke, á l'itt, á Fox, y bajo el impulso que les ha sobrevivido, hasta nuestros dias; es que en el ardor de las convicciones puestas i pmeba por la ludia , en el pundonor del deber cumplido, en el ejercicio, aun inquieto, de las institueioiies libres, hay una efervescencia generosa que ennoblece el alma, madura la rclli xión y da A ciertos ánimos una conceiitracioá y una fuerra mayores que las que pueden quitarlos las diversiones diarias y el movíbte espectáculo de la vida publica. ;Dielioso empero en todas épocas el que halla i^i t lenneiilacion especial en su alma, y la desarrolla por medio del estudio profundo de las alias verdades moralec! Cualquiera que sea la atmósfera en que medite, est i nn llegará contagiarla. Annqne le rodee una preocupación ilsMua de tos grandes intereses sociales, ó una quietud SóRblieala, cnnteuiplaiá atentamente lo pasado y la historia lilosolica del hómbre. Y si aun se rmoola mas, ai elige en cata lii,-loiia lo que concierne al hombre religiosc. lo qnc abraza no fallamente nuestra condición en la tierra, sino el origen do la hoinanidad y sus inmortales esperanzas, ¿qué mas digno empleo podria hacer de la ¡uvenlnd y det talento? ¿qué mas noble objeto podría dar á los trabajos de una vida culera, y cómo cuiuptir mejor los comproinisos de un nombre üuslre y respetado'.' Esta idea se presenta por si misma, al leer la obra del principe Alberto de Broglie, á ta simple vista de esas páginas animadas y metódicas, deesa ciilica elerada y sabia, en los limites voluntarios de una creem ia lirme. Ante este buen libro, pensamos involuntarianKiite en unos escritos de otro país y de otra época, ci el tratado de lord Ljlllelon sobic la Cbnivrii'on y el A/filolaJo di San Pablo, \ en la elocuente obra de Erskine sobre la l'rr ilad del ('liilianinao. Estos hombros públicos, envueltos conlinuainenlo en toda la actividad de la vida contenciosa de los ingleses, llamado el uno, jóven todavía, á representar el espíritu mas puro de libertad en la Caiparii de los lores, é ingresado que hubo el otro en osla Cunara después de la carrera mas gloriosa en el foro y merced á la constante profesión de los mas genei osos principios, no creían separarse un momento de su vocación culeramente cívica, escribiendo sobre los- grandes inlerese» de la té religiosa, qne son la sanción y recompensa de los otros deberes del homlire. Con mucha mas razón tienen buena acogida scniejaules estudios, cuando su autor no ha tenido deberes públicos que cum{.lir. Eslutli^s de esta clase pueden recmplatarlo '.odo, pue> no hav invcsligacioa qac exija mas esfuerzos y preocupe mas, tampoco la boy mas \aUii y satisfactoria. Asi es ,com cyidcaleinente ha concebido su obra el jòye'n é inteligente esciilur, cuyo» dos volúniéncs admiran desde luego por la estension de los ronocidlientos, la variedad de la lectura, la precisión de Ins deiallw . ron frecuencia li elcvaciou de mi'.is. l'ero SP preguntará: ¿queda aun wqclto porcsciibir sobre el parlicular, aeipucsae escritor»! tan eruditos y Olosélicos como Uaronio, los dorios Piigi, Moshcim , Uingliam , Alejandro Ni.WI, Tíllemonl, el celelire (sililmn, il barón de StMbcrc y los racionalistas nlomanes de nuestros días? No vacilamos en cOnleslar q le aun queda mu clin por hacer en cuanto á la critica y á la exactitud imparcial, \ casi todo cou respecto á la viva Inl •ligenrin de los liedlos y á la verdad de los collires. E-la inmensa e inagotable mina de l i hhloria de la Iglésia otá abierla á la erfliea desde hace cuntió siglos. Se ha penetrado en ella por lodos lados y á todas profundidades-, por la hosinidap sectaria, por la liheriad laica, por la arqueología, por los estudios orientales, por el ¡nilodo cscéplico, por el onlusiastBoattltfwiço; pero aun ba de hacerle ll dis ii[tCion del mònumenio. El esplendor de la Iglesia cristiana, en su principio, y sus progriiaos, fia de separarse aun xle lai ruinas do lo pasado y d«? 1 is Kimbraa transitorias del lieiii|M. para niostiarlo vivo á lodos los ajos. No n s nirovértos ¡i prometer a ningún contemporáneo la gloria de semejante monumento. Es Ilion, sin embargo, ensayar este trabajo, pues nadie lo ha hecho aun rompletamcuio para quien descansa en la fé, ni para quien liusea la verdad. . . Mucho se ha admirado la erudición de fiibbon, } no obslaqto, es|e esentnr no sajisíaco siquiera a los escéplicos. Sus líbeos son muy vastos, pero superlicialcs. su iinaginacion culiosa, pero fi la y á menudo ligera, u pesar de la afectada pompa del lenguaje. Nunca tuvo c«sn exaciflB|d IrivenljVa que. a la inaiuradc i ip-'.ro Agustín Thieny, comprondo al leer un dotumcuio o-.ui.i, o un testo s. mi-bárbaéo, l'á paialná, la idea, la imágea coa que el historiador hábil uicrnda SM-ntM-rncion. Se le ha rettilicado mucltus veces, y lo Iw sitio superiofu^iuile, basta en imUs rapnlas, por el jui, iiids soido y mas t leva lo de M, (¡idzot. Eos m derialos de lodo género que él mezcla y aeuiiii.l.i, ds pisa, es ib- ■• li-ias, de jurisciiii«ulto«y Padres de la iglesia, los lettinonios de liistoriatfores, las hlpijritoles do rulò^ neos griegos \ lalinos vellidas en sus largos l'erindos, (oitían sic^nprii una Unía unil«ri»e de gravedad magi-lial y dextegaaeia antitética, salvas dos disposiciones qna le son persoi '■ 1 «a. .I.ilidad cu Ijdu |Klisanii«n'o Religioso y (a ironía con ira los entusiastas y los'opi'nnidos. Aun bajo el punto de vista pu¬ ramente histórico, Gibbon es muy completo y deja un diücilísimo problema sin contestación. En efecto, la construcción del imperio es á sus ojos una grande obra, un gran henelicio para el mundo; complácese en esta vasta disposición; y apenas tiene que tachar en ella la indiscreta turbulencia de los cristianos en un ángulo del cuadro. Y, sin embargo, loque ét admira tanto, lo que preconiza, "os una decadencia continoa, irresistible, y en lin una destrucción, como lo revela el mismo titulo de la obra. No es esta por cierto la marcha del nuevo historiador del imperio y de la Iglesia. Nada hav rn él qne descubra esa ciega contradicción entre la pasión del escritor y la evidente realidad de los hechos. El primero e imponento discurso que abre su obra con el doble litólo de Unidad dtl imperio, unidad de la lijlesia, remontándose á los orígenes de estas dos sociedades paralelas , descubre sus condiciones tan diferentes con relación a la vida moral y a la estabilidad. Con Monlesquicu , pero por otras razones, p. r on segundo orden de liaos v profundos análisis , el autor deline y da a comprender las ventajas r luneras y los vicios crccienlrs del reinado de los Cesares, para hi paz interior y la dominación conquisladera de liorna. Su descripción del cambio graifaal iuaiiguradu |»or Augusto, de la descomposición del antiguo pueblo romano, de la eslension del vano titulo que aun posee este pueblo, su» pinturas de las humillaciones del Senado, de la opresión de las ptovincias, de la división del imperio, y en liu, du las revoluciuucs que cu esto sa suceden, son otras tantas S'-úales de que la ciudad terrible se halla al tótmiuo de su obra, de que va A derrumbarse, al paso que la Iglesia , en sü unidad intelectoat, triunfa por las mismas heridas que recibe y se engrandece constanlemente para cubrirlo todo con su sombra. tn ejemplo espresivo demuestra una gran difeieiu ia entre e>t:isdos uuidades; la unidad del Imperio, y la uoidad de la Iglesia. I.a primera, presciudieodo de lodos los males qnc ia demarran, cambia incesantemente efe direeeion y de mano. Casi no ha aabido »jna empresa nlgo atrevida para llegarà otr^ ^ primer puesto en esta unidad^, que. i , o hav a tenido buen éxito, ni una guaude »jiuurret(i;jòa ell Koma, \ mas larde, ni unagfan itvntlta local que no haya elevado á su {jefe, al supremo poder, ni una guerra civil que no haya nombrado un Cesar, ni una gran proviocia que haya ofrecido el suyo; pero « I* «(¿¡^j jL la Iglesia, non en sus epor;; mas - . — y mas amenazadtil. 7.0 inunfa niuguu cisma, ningnn sc^i io se hace dueúu de la le, nic""r.a revolución se acaba, aunque estallen tantas defecciones; y la Iglesia, en su gernrquia principal, en la doctrina de sus gefes, en sus dogmas y disciplinas, queda tan profunilamenlo invtriable, bajo la piesien del sufrimiento y lodas las tentaciones del infortunio, como queda mudable y movible el Imperio en su soberanía siempre tan absoluta. Tal es el lontrasle que olteven los rtpitins cuadros trazados por d sabio historiador, sin que desconozca empero ninguna de las tenlalivas de gobierno civil hechas para suslener el poder \ la .suciedad de Koma, Nadie ha car;icteriaado con insgos iHéjor e.-cogidos y mas espresivos á eso» principes que iticliaban eonira los vi ios de su propia elevación y de sn siglo, a AU^UstO, Trajauo, Anloniuo l'i», Aalonino Marco Aurelio, Alcjaudro Severo, Dtoi leciauo, nadie Ua comprendido mejor el c«lüCter eosmopoliu que daban al Imperio, y Ma hábil admisión de lodo* los pueblos, no en la liberlud, sino en la paz lomana. Este gran cuadro que arrebalalu a Ijübbon y quena historiador de nueslios diaM ha delineado en sus aplicaciones u la Calía, esm aquí reasumido en tudu lo que linee referencia al cu. lo, al gobierno, a las costumbres pubfii ■> y a la literatura; y en todas partes, desde el patronato religioso