SAOAO 20 m SF.Tttetir.l;! ni 18^6. EL CENT Periódico político , lilerario é industrial. Ssle loili'S l«s dlMf^rtl m.lilillW. Por U Innli- .«« rep.irlo ft UN S.(M. MIMflhMrMVM raatom»»!», «liir contlení ID niiis InleraMitle 'leí coi rt-o n.iriuiul y eslía n^ero, con IIH partes lele^i állcus parlleuniroi de e.-uo imi ióilieo. ••rtM-lo ile In t·n·crlrio·i F.n n.irrelnn.i, M mes Kn pcoTlnelMi :i UMMi franro 'le porte. . Un ni'nuero siiullu 10 rs. 42 IS. Ï4 mis. I'unli. de NxiHericiou. Kn hUdministrarinn ilel peilftilipn, ralle del dnqnedeU Virtoriii, enli ando por la ll.irnlila, í mano derecha, ii." «. piso l " si' ailniile. i'orrespondenriii i|i,ie no venga Iraniliieada. ,\tNos Y rntiianlrndot. I.os «uscrllores , linca Los no susei ilos ■ • Los cqiiiHnicadoá ipreriuá cfliivenclobales. I|l de rfidl. 'i4 ' • , Bl eiii|».'.niilor ilo Husia lia nproiecliafln In feliz coj iinlura Ío su coronación en Moscón para anudar con Fspaña sus relaciones. Kn efeelo, so.gun ra hahrán visto nuesIros lectores, so ha resuello por la corte de San Ktersbtirgó enviar á Madrid en misión cstiaoi dinaria al gefcrtl enndü do BenkendolT para nnuncinr à la reina Isaliel el advenimienlo fl liot.o del joven czar Alejandro FI. Aunque previsió jn osle desenlace y esperado, porijue los periódicos que liehen en buenas fuentes haliim ya liuce tiempo levantado una pnnla del velo que ocultaba el misterio de cierta* conferencias y do ciertas notas diplomáticas, sin embargo, no porque no sea inesperado, es para nosotros menos agradable. Y es agradal le, r.o tanto porque esto ba de hacer naturalmente que cobren mas impulso nuestras relaciones comerciales con aquel pais, sino porque con reanudarse estas relaciones, recibe un golpe cruel el partido carlista. TV.des ubcA pn efecto cuanto confiaba este bamk en su intimidad con la Rusia y en el apoyo que decia onconlrabon sus ideas en el de>cendie:itc de Pedro el (irande. Este nuevo desengaño, después de los que ba sufrido en el campo do batalla y on la arena do la discusión, nos parece le ha de hacer ya mas prudente y mas cauto; obligándolo por iin á abandonar ciertos irrealizables sueños que siempro le lian sonreido. Pero, cuando deiimos que abandonarà sus sueños, no so entienda oslo sin embargo de un modo absoluto. I.os jefes del partido tendrán en realidad menos esperanzas en su elevación por medio do las armas, y no podrán decir à sus obcecados satélites, á lo menos lan abiertamente como hasta ahora, que cuentan con el ausilio de las potencias del norte, pero imaginarán otros medios para que continúen on sus ilusiones. Dirán, por ejemplo, que ahora eslán mas que nunca próumos á su delinilivo triunfo, y eso sin quo baya necesidad de derramar sangre, pues á un partido tan accesible á la crcdulid/.d como lo es el carlista, iv> será muy difícil darlo á entender, que si la Husia reconoce por reina legiíima a Isabel II, solo es con la condición mas ó menos secreta de un enlace de la princesa de Asturias con un hijo do I). Juan, ol hermano do Monlemolin. Y be aquí como FOLI.RTI.N |»E U r.KNrill) I'AIU.VMKNTVRIO LASVISIOMS Qfi U TtóKD.t |>or (conlinuarion.J t? de novienilfblle 18!>i. lié aquí, pues , ol sueño que irrcvocablcmenle tiene que ilaflair en toda mi vida. Siempre he estado en la creencia de que los sueños tienen una predilección particular por la tienda de campaña, mas nunca habia esperimentado emociones tan p.Mlei •osas en el sueno, como las de la última noche. Al acostarme, crei que mi espíritu estaba muy distante de loque después ba venido A agolparse al rededor de mí. Antes de comer visité sin quererlo , esas apenas cerradas tumbas que á cortos intervalos rompen boy la inonolonia de las alturas que ocupamos. Toda la víspera no hablamos sino do lokernian que lan poco distante està de nosotros. Yo me habia dormido viendo alguno de nuestros compañeros, ora tal como nos babiamos conocido, el semblante animado, la palabra rlii- lo que en los primeros momentos habrá desconcertado á los caudillos de la causa carlista, se convertirà muy pronto en elomenlo de mayor alucinación para la masa de los creyentes, y llegará á arraigarse entre olios do tal suerte esta creencia, que por Iin, basta los mismos directores acabarán por darla importancia, pues tal es la misera condición de la humana naluraloza. No parecerá infundada nuestra suposición, si reflexionamos un poco sobre la índole del partido que nos ocupa, sobro su historia y sobre su increiblo propensión ¡\ vivir políticamente en una atmósfera de quimeras, de combinaciones imposibles. ¿Ños equivocamos acaso acerca do la naturaleza de ese partido? Aquellos que asi opinaren, no tieoen mas que recordar lo que sucedió cuando la caida de Sebastopol, poco después de llegar la noticia de que los rusos hablan tenido que echar à pique la bella escuadra qno tenían abrigada en aquel puerto. Lo primero que hicieron los carlistas españoles fué nogar el hecho, se hanrxh figurado que era imposible dejasen de perecer delante de Sebastopol todos los soldados del ejército aliado, y por consiguiente al circular los primeros rumores de la caida de la torre Malakoff y del hundimiento de los buques rusos, su contestación à lus que creian en la certeza de estos hechos era una sonrisa de compasión ó de desprecio. Transcurridos algunos dias, cuando ya no fué humanamente posible negar esa patente bumíllacion; cuando porlin hubieron de reconocer nuestros carlistas que el año de 1855 no era el 1812, y que si Moscou fue ciudad de'boi iores para el vencedor do Austerlitz. Sebastopol era teatro de glor ia para los guerreros do Francia y de Inglaterra, el órgai.o principal que tiano este partido en Kspaña, la Esperanza do Madrid, titulo admiralilemente significativo para el quo conjee ol carlismo y á los elementos de que se componü,comenzó à decir que la pérdida de la escuadra rusa era, bien mirado tcdo,un gran bien para los amigos de la Husia en el Occidente, pues ahora, sin escuadra en el mar Negro, decia la Esperan zu^os czares no pensarán tanto en engrandecerse hátia las tierras de Oriente, y forzosamente" se ocuparán ma» en fomentar en Enrona sus intereses políticos que son los nuestros. Animo, pues'1 amigos, venia á decir ese periódico, quo conoce perfeclamenio a sus suscrito res, regocigémonos; y bo aquí que poco después de la toma do Sebastopol, decían los car- dosa; ora cual les ha reducido en este momento la muerte . despojos incites aguardando e| momento que à nuestra paite perecedera le llegue lamhicn su turno. Me creia trasportado á un país cuyo aspecto hubieia convenidu á los paseos de Ilamlel , cuando este personaje , en un esceso de tétrico humor , o embargado en las imájenes de una guerra que, no lituheamos en decirlo, presenta las cosas do este mundo bajo el aspecto mas severo. ¡I'ueshien! Apenas hube cerrado los ojos, cuando me sentí trasportado á distancias inmensas de la hora presente y à ese globo á mil leguas del país en que espenmentaba aquellos sueños. Me lia - Ha-'a en esas regiones donde mi juventud ha errado, movida por tantas /.o/.ohras abrasadoras , eu un salón rodeado de mujeres, de llores y de luces cuya acción sentía como a veinte años , esto as que esciiaban todos mis sentid' g y embelesaban toda mi alma. Vila recostada en un ángulo de la chimenea. Sus hombros resplandecían en el espejo, su cabeza estaba vucl'a hacia mi. Ksa mirada, esasonrisa eran loque habían derramado en mi sus temibles delicias. Al aproximarme á ella de-apareció para siempre do mi vista. Entonces principié à perseguirla poc lyda una serie de, salones llenos de una multitud que entorpecía mi marcha , y entre la cual á cada paso veía caras que ine»ccordahan mil olvidadas historias de mí vida. Distmgüiala por intervalos , masvolvia á desaparecer súbitamente como esas melodías que los detestables caprichos de los pianistas nos lisias eipañoles: bien por la pérdida de la escuadra rusa, como pasada la primera impresión de desalíenlo y do fespecbo pí>r el reconocimiento quo hace el emperador de la legitimidad de nuestra reina constitucional, osclamarán igualmente den^o de muy poco tiempo: bien por e¡c reconocimienlo do la l'.usia. Al eslampar oslas rcllexiones, no lo haremos movidos de ninguna animosidad contra individuos; hay «in duda algun i nombres re>pclables enlrc los carlistas; nosotros hablamos del pariido, no de individuos. Hasta diremos qujO tiene para nosotros cierta poesia e«a ¿jfgular tenacidad de esperanza , ijue l'ega vayar en fé viva, cu una época de eicepliei|ino y de incerlilud como es la nuestra , ¡ocerlilud y escepticismo quo nada tienen sin embargo de muy rslra&O i altindido el inmenso movimiento do ideas y de cosa» (pie por todas portes se observa , y que al fin reconocerán altamente beneficioso para la humanidad entera los mismos á quienes ese moviini'iilo parece ahora funesto. Nuestro siglo es siglo de lucha suprema contra la ignorancia y contra la miseria, y nada perderán la religión y la moral en que mejore la suerte del hombre en la tierra , pues teniendo mas sabiduría y monos privaciones , asi pmlrá elevarse mejor á la contemplación do Iflt verdades metafísicas , aprendiendo à conóòer mas profundomenlo lo que atañó al criador y lo queatnñü á si mismo. A. V. No puede menos de llamarnos la atención a los liberales el afán y solicitud con que los periódicos moderadosatacan al actual gobierno: esta es 1 1 prueba de que ven en él tendencias que no respomlen á las esperanzas que concibieron en 14 de julio del corriente año. Ksclusivislas en todo , ahora mas que nunca son inayons sus declamaciones , pues se han convencido de que lo mismo se reco§ian los periódicos mo • dorados que los progresistas y los demócratas, listo es lo cpie ellos no pueden comprender: quisieran Wr lecojidos cada dia los números de los diarios (pie no pertenecen a su comimion política , pero ponen el grito eu el cielo cuando a uno de ellos les sucedo este percance, olvi dando lo que han hecho siempre que han estado en el poder. Sostenemos la liheriad de impicnta Como principio , pero no podemos meni.s do condenar la marcha quo siguen los órganos moderados que quisieran poder decir lo que bien les pareciese guardándose las moidazas para sus contraiios. Iin contradicción con los principios modelados (|uc representan , cnalqüiera dina que estos periódicos son los verdaderos órganos de la arrebatan , cuando empiezan á embargar nuestro corazón, limpero . hubo un insiante en que ^ tuve muy cerca; entonces todos los semblan jes deque estaba rodeado desaparecieron UIK) tns otro ; reino la oscuridad á nuestro alrededor ; en estas tinieblas encontre sus labios y disperté. Los sueños tienen las llaves do nues", tro pasado y las de nuestro porvenir. Cuando quieren, van à buscar las alegrías y losdolores de nuestros pasados años hasta en ol fondu de los reliios donde las creíamos sepultadas para siempre. Nos recuerdan eu toda su lozanía aquellos seres soberanos caídos de nuejlra alma para entiogarnos do nuevo á su impelió, (Jueria volver á conciliar el sueño , mas en vano. Kncendi la luz ipio había eoloca;lo al pié de mi cania y me esforcé en leer algunas páginas de U ImHacion. Recordé lo quo lubia casi olvída lo ; que ella me habia ¡BMMIO en osle libro, lilla me ha dado el ejemplar que hace tiempo viaja conmigo entre mis teorías y no pocas veces entre muy malas novelas. Vuerza es confesarlo, he eluilido el sentido de aque lias palabras suyas encaminadas à darnos á conocer la paz mislica ; estas palabras han sido para mi el alimenlodel luego qUe habían de haber apagado. De suerte que aquella prosa divina no lia hecho masqueacreoenlar mi agitación. Entonces ensayé una clase de lecturas k mi modo de ver muy preciosas para la gente de guerra: lome uno de esos escritores populares' cuyas creaciones nos preservan por algunos iiisUnles del soplo inquieto de elevados pensa- revolucion que cada día y á cada instante con - denan. Kn efecto , ellos son los que se mueven, los que bullen, los ¡pie se agitan ; ellos los qpe promueven polémicas preñadas de rencor y violencia; ellos los que hablan siempre de quitar lois destinos à los progresistas ; ' ellos los que descargan su bilis contra todo gobierno que no les sirvo como subdito; ellos en Iin los que nos han amepazado cun una intervención esliaiijeia. I.os papeles se han trocado ; ellos ahora son1 los revolucionarios y nosotros los conservadores, .'r' . ' • Ouiehes sino nosotros somos los que cn'ol día estamos inculcando la tolerancia . el olvido' de lo' pasado , el amor al orden y al respeto a la auioiida I? ¿Ouiénessino nosotros somos' los qué apoyamos al gobierno en lodo lo (pie nos parece justo y le aconsejamos buenamente con cordura y . con ráspelo lo que creemos convenienle al bien del país ? Baque detrás de este gobierno nosotros vemos una reacción tremenda, mientras que los periódicos de que tratamos la desean , obrando contra sus mismos inlerescs y contra los deseos de la pasión. Abrigamos la idea de que el gobierno — y no precisamente este >ino cualquiera— deberia procurar atraerse la juventud , la parle joven e inteligente del país. Iin esto se consiguen tres cosas : pi inicrainente rodearse de un eleinenlo rol uslo y virgen , dispuesto à prestar á la situación un franco y poderoso apoyo ; después, hacer un bien porque se abro paso a las inle_ ligencias y se les garanti/.a un porvenir; y ulliiminiente dejar sin soldados y sin elementos á los jefes de fracciones y parcialidades , á los cuales no guia conuinmcnle mas que una ambición personal. La juventud es el iwrvonir. l'ara asegurar este es preciso hacerse con aquella. Va e.slamos cansados de ver en destinos importantes á hombres que no signílican nada y que deben su posición á la intriga y al favoritismo. Iin buen hora que se tengan todas las consideraciones debidas y se confien los puestos mas señalados à los que llenos de lealtad, han prestado servicios á su patiia, uniendo ¿su rectitud el brillo de una probada esperieucia, pero después de emplear á hombres bien conocidos por sus pasados servicios , y sobre lodo por su piobidad , primera cualidad del hombre publico, búsquese à los jóvenes de corazón é inteligencia. Que nose improvisen nulidades, estamos conformes, pero que lampólo se desentierren momias, y sobre todo, que nos libre el gobierno de scclarioi esclusivislas en los cargos públicos. Leemos en el Criterio lo que sigue: Kl real decreto que ha publicado lu Gacela merece qu; le dediqueuios opotUuiamcnle toda nueslra atención , examinando sus punios caí díñales de una manera doctrinal y desapasionada. No.» limitaremos, sin unburjjo.por aliora , á insistiren la impoitanna del acia adicional que la acompafia, y en sus rclaciones con el estado po'.iüio del pais , y la li- ruientos. No pude comprender aquello que mis ojos recorrían; su recuerdo me embarcaba. Mo he limitado á contar los cañonazos que sin ces ir resonaban h.icia nneslras trincheras, lilla estaba mas presente en mí espirito que esa guerra misma cuya voz estaba oyendo, lio aquí porqué aun cuando hayan vuelto á cenarse mis pár pados , era aun á ella á quien volví á vér. lista vez no nos separaba nada. lirrábamos juntos al través de paisajes tnn encantadores que su sola vista liohiera bastado para haeerme (eliz. lilla iré hablaba y su voz me anegaba en un delirio lan delicioso , quo luego me quedaba profondamente alónílO. Mientras observaba los cambios que se hablan efectuado en ella , nía acordé que estaba iiiuei la. EntOQCCS resolviialerrogarla sobre su nueva condición. Miróme cun una sonrisa que nunca le habia conocido y pensé que iba á revelarme alguñ arcano, cuando me disperte por segunda vez. lisia no volví á dormirme. VI que la pardusca claridad de un dia de inv ierno penetraba por el lienzo de mi tienda y alumbraha mi mes a de madera, nit escabel, y los demás objetos de mi humilde vivienda. A eso do las nueve, en e¡ acto de pasar lisia , un ayudante viao á decirme que un nuevo oficial habia desembarcado aquella misma mañana, liste rocíen venido era llenaud de Puyinerens. Mi sueño estaba esplicado. Me anuncia la llegada de su hijo, dije para mi; y sentí un eslremecimienlo en lodo mí cuerpu ¡ se agolpaban tantas cosas en mí espirilu ! Hace cerca de diez años que la muerte me la nc* de conJucla que suilenUmos en el Cn- El acia ailkj pie.anli'ilo del real decreto, á «i^r- , rar la pueita a peligrosas y aluiMvas . iitt^rprciaciones, y á vigorizar el p/tpcijuo Pwá-| iiieiilarii).» lil acta, pues, inlroduc'.' dçolo luç- . gO las rel'onna» "reclaluadas con mayor ÍCMS , leticia por la opiniiin publica, y da.'un.pa^o, mas en el camiini de la puli]iciilfl y el ÓHICH, inherentes á la monarquía copslitiicional. Lo* ¡isriidos la juzgarán de dislinlo modo ; quiza, enctRfttte detracloris eulre los 'mo ler^idos, v, i ie' ü^os irreconciliables entre los progresis- , las; pero conliamos lirmeiueiilq' que la parl^', s •iis.ita y desprei copada del paLs, ansiosa . le recoger frutos positivos .de lautas vui.·.ítudi's . '.orno lian turbado su iranquilidad, acogefá l.t , ultima medida del fobierno con aplausj y be-,' nevolencia.. . , , , Muy poefl tendremos que decir respecto 4, su .significación pi lítica en él sentidd en que la aceptamos m solros. L i CoMstílQclaQ refor- , m ida de 1815 es el cumplegiento de la ide», genuina de I? «unión lilieral» , tal como, la coin( renilimos siempre: el síuibolo, común •!<■ , iimdi lados i oiislilucioiiales y conserva loro, [íroarèsistas que mililiióan desgraciadamente en íundot upu.^tos á pesar de, su alinijad, y , que h.>y por fio pueden considerarse exento» de los ca gos de confjs:üu é íuceMiduiubre , que la m dicii lus asestaba. La unión ha producido yi sus frutos naturales; tiene sus prin-, cipios cuiicrcloj é indeclinables ( %c apoya en un pciisamicn o, que.sera juzgado mas ó menos favurablemciite, pero que nadie podrá tachar du rago éinecciso. He aquí á doudc nps-, otros queríamos venir à parar, desentendiéndo' ijoi igualmonte de opuestas exageraciones v j ansiosos de que, desap irecic.se la estriba aúomalla que advertíamos en los parluio» desorganizados, y no muy conformes en •.rincipios y eu miras ulleriur'-s. De hoy ma> j |a « unjon \\. heral», fórmula que buscalr, |a organización de un partido robusto y aceptable à la mayoría del pais . so ha convertido en partido constitucional con dncliiua propia y de|inid\ que, tornando por basc el eòrHgri reformado desarrollara ÍU pensamíe-'.o completo en todas las r8mificacirrna ^ gobierno v administración (H Lslado.— F. de S. He aquí la carta de los vecinos de Loja do que baldábamos en el Suplemento de ayer, y que nuestra imparcialidad nos obliga a insertar: .cr. director de Si León t.'