ENEROFEBREROMARZO/eS 2 EDITORIAL La resistència frente a la ley de objeción de conciencia rodo parece indicar que estamos a punto de pasar a un nuevo capitulo de la historia de la Objeción de Conciencia en Espana. Parece que el Gohierno se va decidir a intentar poner en marcha la prestación social sustitutoria. Se cierra asi una etapa que arranca con la elaboración de los primeres torradores por el gobiemo PSOE de aquel ya lejano 1982 y que se puede resumir en dos ideas: la resistència colectiva de la inmensa mayoria de los objetores ha impedido que la ley se ejecute en sus términos y plazos (salvo en lo relativo a la prohibición de la objeción durante la mih, lo que no es poco) y simultàneamente, la Objeción de Conciencia ha pasado de ser considerada como una actitud exclusivamente religiosa y característica de una rehgión concreta a ser vista como una actitud social que encierra (quizà sea mejor decir: "libera ") una critica radical al sistema y a uno de sus principales pilares como es el militarísmo. Cada vez un número mayor de personas reconocen que la objeción de conciencia va mas alia de procurarse una solución personal al problema de que los militares puedan disponer de uno por un plazo mas o menos largo durante la mili. Pero este punto de vista no ha s/do aceptado por el gobiemo y quienes le apoyan. Para ellos la Objeción de Conciencia es una mera actitud personal de unos cuantos insoUdaríos que se niegan a colaborar con "la columna vertebral del Estado " (Gonzàlez dixit) y que resulta francamente inconveniente, por lo que tiene que ser controlada, limitada, incluso castigada. Desde el preàmbulo hasta el final de las dos leyes que pretenden ser el marco legal de la Objeción se respira una misma cosa: lo militar es, sigue siendo, prioritario y la objección de conciencia es subsidiària, es una oríginalidad que, como mucho, se tolera, pero que en cualquier caso sólo sirve de apéndice de la política militarista en la que nos tienen embarcades. La sentencia del Tribunal Constitucional convalidando la ley no vino sino a confirmar la importància que tenia para el poder el reducirla Objección de Conciencia a una actitud personal carente de todo significado politico. Ahora llega el momento en el que el Gobiemo va a intentar poner en marcha la prestación social sustitutoria. Ahora es cuando los objetores se encuentran ante el dilema de aceptar la ley o luchar contra ella. Aceptarla puede ser goloso: las dificultades con las que se encuentra el Gobiemo son tales que no es difícil imaginar que esté dispuesto a dar cualquier facüidad con tal de que la PSS, los "servicios civiles " a los que quieren obhgar a los objetores, se pongan en marcha. Pero por muy bonitos que los pinten, aceptar la ley seria sencillamente eso, aceptar que las cosas sigan como estan. Quienes creemos que hay que estar en pie de paz frente a la realídad del sistema tenemos que buscar otra solución. Hay que luchar a fondo, hay que negarse a colaborar con ello. Someterse ahora a esta ley significaria negarle a la Objeción de Conciencia su contenido de crítica radical al militarísmo, seria convertiria en una simple vàlvula de seguridad, de escape de las tensiones que genera y, por tanto, seria el instrumento que le permitiría aguantar mas . Se aUviarian las tensiones, pero el problema seguiria estando ahí. Hay, por tanto, razones ideológicas de peso que hacen enfrentarse a la ley, pero también es oportuno. El trabajo continuado de las objetoras y los objetores de conciencia a lo largo de todos estos anos ha conseguido que haya un ampüo apoyo social. Si el Estado pretende reducir la resistència mediante la represión de la càrcel, los objetores que decidan desobedecer no van a estar solos. La coordinación en la lucha conseguida especialmente a través del Movimiento de Objeción de Conciencia permite preverlo. Por una vez, el poder no ha podido. No ha podido tergiversar el mensaje que se ha emitido con la lucha de las objetoras y los objetores: lo único que ha podido hacer es intentar ocultarlo, y tampoco lo ha conseguido del todo. Igual que cuando el referèndum, hay ahora planteada una lucha en la que se puede frenar al Estado en su müitarísmo, pero si entonces la decisión quedó en manos de una votación que pudo ser burda, pero hàbilmente utüizada por los medios de comunicación, hoy el enfrentamiento va a decidirse a partir de la postura de unas personas: la de los objetores que sean llamados a la mili o a la PSS, y la de todos los que estén o se sientan involucrades en el tema. Quienes creemos que para conseguir un mundo mas justo es imprescindible luchar contra todo lo que convierte a mestra Sociedad en una maquinaria de dominación, tenemos que unir nuestros esfuerzos y apoyar activamente las diferentes formas de lucha por la Objeción de Conciencia y hoy, sobre todo, la insumisión. GRAN DE GRACIA, 126-130, pral. 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