rere* recién enterrados? La noche habla cerrado por completo. No se dístingola más que una forma vaca, más bien un reflejo, que no permitía ▼er lae etiqueta* de lat victimas. Alguna» estrellas resplandecían en las vidrieras de las ventanas. Más conüdencialmeate y más próxima, la *ox acabó: — jNol No es precito reírse de los ancla . nos, es preciso estar con ellos, en espíritu, como ti fueran contemporáneos. Esta et la caridad que esperan de los vivos. Desde luego, nosotros somos todos contemporáneos... iBtcucha, escuchal ¡Oh joven irreflexivo, tú que te sientas en las iglesias para escuch-tr la lección de los picadores; tú que te permites reírte de mi cabasa de muerto, llevas nna semejante coronando tu rostro!.. La noche que se acerca es oscura, como mi cuerpo de placer; parece qne esta tarde mi bailesa de judia resplandece en todo *l Universo y que ella envuelve en tombras llenas de dnlxnra lo» seres y Ut cosas. Por esto es por lo que, un dnda, tú comprendes bien las palabra» qne jo murmuro. ¿Entieadet, pnet, [oh joven Padrel por qué tiemblas delante de mi cerno na niño culpable y por qué con nna angostla próxima á llenar por completo al corazón te elevo esta túptlcs?... No me dejes más tiempo «obre este critial bumllde, entre atlas uraat, estas joya» y estos Irasco» de cotmético». Coge mi cabeza, de la que te bat reído sin saber, y vuélvela á la tierra, qne et baena para lot muerte». Vaálvela á la tierra germíaadora, á la tltrra vivifleante y cálida, que et el destino de lo* muertos. La boca del tilmcie habla callado y nade se escuchaba en las sombras. Lentamente el Padre, qne babla empalidecido, extendió delante de sí sus manos enlajadas. A la mañana tignicnte te produjo en el convento una gran agitación porque al hacer la inspección matinal de la sala de antigüedades te habla observado que une vitrina había sido rota y qne le preciosa cabeza de la cortetana negra había tldo arrebatada. Cada uno de los frailea tuponía una cose, comentando á tn modo el tuceto. Lee p«rlódleot de la reglón y asimismo los de París hablaron del acontecimiento y «a lot talonea de Túnex esta fué la convertación del día dorante macha» semanas. ¿Quién en el mando hubiera podido suponer la ceremonia nocturna 7 claadettina durante la cnal el Padre blanco, tolo, á media noche, en el jardín del convento ejecutaba la piedad funeraria cen la cabeza antigua é intacta de la corteeaaa negra? Tampoco podo explicarse nadie por qué el joven Padre, basta entonce» tin secretos, babla plantado eo un ríacOn del jardín na bello rosal de Alejandría donde decle duelo y al que teladaba con un pequefio Signo cada ves qne pateba junto A 41, j cuando el viento inclinaba la flor sombría y suntuosa romo nn cuerpo de certetsaa negra, entoncet se hacia el tU(ao mát acentuado, convirtiéndote en un taludo gentil lleno de inteligencia, de misterio y de gratitud. Lo cu DauutKt Mutoeut. Supremacía de la diestra. No de)a de ter cnrloso que sea el hombre el único animal que da preferencia á una mano sobre la otra. Lot Irracionales no nacen distinción ninguna entre le pata derecha y la pata itquierda; el gato juega indilercntemeete con ana d con otra con el ratón herido, f aun los monos, que por tu organización S* aproximaa másá lu raza humaos, no parecen ter má» b blte» con la mano derecha qne con la itqnlerda. En cambio, en la especie humana , aun lot salvaje», dan prelerencía á la mano derecha. Naettrat costumbrei, a l soclalet como militares, y aun la misma fisiología, indican claramente el origen de etta preferencia. En Sedee lot pueblos y en todas lat tribus, des.ic que el hombre tuvo que usar armas defensi- et y ofentivat, el lado ixquierdo, ó el cora- tón, tuvo que ter protegido con el escodo mientrat qae con la mano derecha manejaba el arma; a la mano izquierda se le llamaba la mano del eteudo y á le diestra la de le laosa. Por otra parte, cuando el hombre se encontró en la necesidad de contar por primare vez. empezó á hacerlo con lot dedot, de una á diet. Los dedot de la mano qne quedaba libre, o tea la derecha, f aeren lo» piimeree qae utaron. La pérdida accidental de la mano y el ele derechos, la mutilación de une ü otro como castigo, todo ello muy común en lea tiempo* btrbarot, explica el por qué uey tedevle muchot zardot, nát de los qne comunroeott se supone, pnctte qne constituyen na 4 por 109de lu Humanidad.