CAROUIf A DTTEEKIZIO 245 jílaurido se ruborizó. Conoció qüe el abogado tenfo razón y se propuso fRUNÉttVififfilflfMii sb óiho— iB4t rf " ■ i5" ';iOIJ fi*^ "n » '"'si , -JSp efectoHcuaodo compareció en el banqnlllb de los aCnsídos «1 joven se mosiraba tranquilo y tenia la cabeza alta y las mejillas lijerumonle sonrosadas. 1 . -■ - , f . , ^Ws'owm ees ¿ isiiteí oci.ad ^sq ;bí La muchedumbre era aun más numerosa que el día anterior; se respiraba con dificultad. . i m j i f"9 - 1^.3 8'da,í »uPí» ELtlempo lluvioso daba al dfa cierta trteMtóOTtf,'ieoí)OÍ .onaunoD Is io*! Reanudada la vista fué llamada la Bella Turlhense. Ésta se presentó tímidamente, con la vista baja. Vestía de negro y su rostro pálido conservaba aún las huellas de la agitación sufrida; sus ojos estaban tristes, apagados. El presidente, después de hacerla jurar, la ordenó que repitiese su declaración., f . . ?9l8S obiaawpoln» . - Alda obedeció, sin agregar nada á lo que ya había dicho; >»»bft?^g 13 ^aurid^ supo domjnqr^e^ permaiíedó ó'aniiuifo, dij^nó; 'J^" fc. —¿Cómo puede usteo asegurar qué el sdlor viflata no es el asesino si no sabe másce lo que ha declara lo? -