Siglo I. N.0 58. BARCELONA 29 Febrero de 1884. N.» 58. ASo II. EL BUSI PERIODICO POLÍTICO QUE SABE DÓNDE ESTÁ Precios de suscricion.— (Tirada especial.) 81RCEL0NI- Trimestre. Z'SOptas. Semtslte.. 4CO > Atto 8 > PROVINCUS. Trimestre. . 3 pUs. Semestre. . 5 > A3o. ... O > EXTRANJERO T ULTRAMAR Un año. . . . 16 ptas. REPUBLICANO SENCILLO DE LOS DE Á MACHA MARTILLO. ADMINISTRACION: Redactor en jefe : DANIEL ORTIZ. RAMALLERAS, 27, piso 1.°, esquina á ím calle de Tallers. DESPACHO de 10 A 12 de la mañana. Núms. sueltos (edición económica) en Barcelona 2 ctos. > . > » » fuera da » CIO pta. > > (tirada especial) en toda España 0 25 » CRONICA POLÍTICA. No obstante nuestra condición de soldados francos de la democracia histórica, tenemos é mucha honra observar las reglas de la disciplica. De nqui nuestro empeño en poner de relieve que al proclamar resueltamente el retraimiento con todos sus naturales y lógicas consecuencias, no hacemos más que inspirarBM en el criterio sostenido con rara energía por nuestro ilustre jefe. T en efecto, desde el admirable discurso de Alcira en el que se atendió 6 las necesidades del presente y á las contingencias del porvenir, hasta la última concreta y terminante declaración de nuestras minorías se ha dicho y repetido siempre lo mismo: benevolencia , propaganda pacífica , procedimientos rigurosamente legales, mientras la cátedra, la tribuna y la prensa pudieran ser nuestras armas de combate. Pero al decir esto, jamás, jamás nos olvidamos y ménos nuestro ilustre jefe en su maravillosa intuición política, de preveer el caso de que fuéramos lanzados de nuestro elemento, que es la racon, y de nuestro campo, que es la legalidad. Respecto á cuál había de ser nuestra conducta en tales circunf tancias se ha dicho bien claramente en el discurso de Alcira, en el de Lérida, en la última circular de nuestras minorías y en la misma declaración publicada á raiz del advenimiento del Sr. Cánovas. En todos estos documentos se repite el mismo hecho; al lado de las más patrióticas protestas de gubernamentalismo, la más enérgica apología de la ra- • zon suprema de los pueblos ; en una palabra, las dos políticas , una para el partido liberal monárquico, otra para el partido reaccionario de la dinastía. i Pero qué más? ¿No se dice en la última declaración oficial que nuestro paitido acepta con dolor sí, pero con viril energía la extraña situación á que le condena el gobierno? Ahora bien; ó todas estas palabras no significarían nada ó precisamente significan lo que venimos diciendo desde el primer dia « que el retraimiento con | todas sus naturales y lógicas consecuencias es la única política ;(Mt¿/e para el posibilismo.* Que la coalición tiene sus inconvenientes, que el retraimiento engendra detestables prácticas políticas contrarias al espíritu gubernamental de la democrá- ■ cía histórica. Todo esto es cierto, pero el buen sentido nos ordena elegir entre dos males el menor, y es indudable que no cabe desdicha mas grande que la reacción con todos sos escándalos, con sus horrores, j con sus despilfarres, con sus inauditas violencias. Si supiésemos que el cáncer pudiera extirparse sin el bierro y los conservadores ser lanzados del gooier- ; no con nuestra antigua política, no proclamaríamos, j no y mil veces no, el retraimiento y la coalición. Pero hoy no está la democracia como en el primer período de la Restauración, & once años de distancia \ de sus ideales. Rehabilitadcs, reorganizados, capaces del gobierno, nos separan únicamente poeds meses de trascendentales acontecimientos. La nave de la democracia española, después de reparar bajo la dirección de nuestro ilustre jefe los des. perfectos de las pasadas luchas, estaba tranquila- I mente en los puertos de la legalidad. La reacción quiere romper las amarras lanzándola ! é alta mar. j Ei> posible que el experto piloto que ha i dirigido sus maniobras en los plácidos mares del de- ' recho la abandone en medio de las tempestades y peligros? No y mil veces no. Embarquémonos confiados, pues, para el retraimiento. Cestelar tendrá la brújula, Castelar dirigirá la nave; no con rumbo á la demagogia sino al puerto donde anclan en fraternal consorcio la Libertad y la República. Pero el buque va á partir. lAél, Don Emilio, en nombre de la libertad de la patria ! ¡ Que terrible desdicha si el piloto se quedase en tierra! — W. INUNDACIONES. No se vé más que pelotones de pretendientes que acuden á Madrid, al cerebro de España (estilo Víctor Hugo], como acuden las moscas allí donde hay una golosina. Cada cual marcha con lo que tiene, esto es, con el memorial y la hoja de servicios ó los documentos justificativos de su pretensión. Han padecido sed y hambre de destinos durante tres años, y van como fieras á pedir rep&racion 6 á caer sobre el presupuesto de gastos. La ley de presupuestos incapacita á la juventud dorada de la conservaduría para obtener las justas recompensas á que se ha hecho acreedora. Los Rataflautas pululan por todas pariesen aquel maremagnum de la villa y córte, y los levitines á lo Peyó y los pantalones á la Fontrodona van alcanzando gran boga en Madrid. Diariamente las estaciones del Mediodía y del Norte, vomitan sobre la capital miles y miles de viajeros que son objeto de la curiosidad de los madrileños, ¡os cuales, parodiando al poeta, preguntan : ¿Qué quieten esos hombres que en el anden se agrupan, unos con traje lila j otros con traje azul? iPor qué de doce en doce los ómnibus ocupan con sacos, sombrereras y alguno hasta baúl? tPor qué dejan sus pueblos? ¿Qué buscan en la córte? ¿Por qué en trenes baratos regresan a Madrid? ¿Por qué su acento dice si son del Sur ó el Norte, de Caí, Barselona, Lvjv, 6 ValladolieT! ¡Ya bajan de los ómnibus! Algunos muy tranquilos en el botel de Rusia se instalarán quizás, mientras se alojan otros en casas de pupilos y pagan de hospedaje diez reales cada más? ¿Por qué tan virla suerte, cuya razón no alcanzo? iPor qué viniendo juntos, tan desiguales son, que mientras unos comen el clásico garbanzo, los otros ctmen truchas, perdices y jamón? Porque son los peces gordos y pequeños de la conservaduría que, ansiosos de volver á comer de la olla nacional, vulgo presupuesto, abandonan sus lugares y van á presentarse al ministro ó personaje que les protejo. La situación es de ellos: ha triunfado su credo, y todavía continúan los más en el único hijo. Era el primer inconveniente que habla de hallar la situación al llegar á constituirse: la exuberancia de personal. Muy pocos serán los que habiendo estado en la córte, no hayan oido hablar del Real sitio del Pardo, pueblo al que han dado celebridad sos magníficas encinas y robles. Pues bien, cuando llega Noviembre y reza el calendario que es dia de San Eugenio, Madrid entero se despuebla por ir al Pardo á comer bellotas. Allí no se vende este fruto, hay libertad para comerlo á destajo y aun para traerse luego á casa un saco lleno, sin más molestia que la que pro¬ porciona el coger del árbol la cantidad de bellotas que se desea. Lo mismo pasa hoy con los conservadores liberales. Cada provincia, á semejanza de las encinas y robles del Pardo, ha soltado sobre Madrid la mar de idiotas, que léjos de dejarse comer como las otras, llegan con ánimo de devorar cuanto puedan. El ministerio se ha reunido y en mes y medio que lleva de poder, no ha hecho otra cosá sino repartir credenciales k diestro y siniestro. De aquí que la inundación de conservadores haya empezado en Madrid y continúe en provincias. No se vé más que conservadores por todas partes. A las inundaciones que sufrieron ciertas provincias de España, hace muy pocos años, ha sucedido la inundación de conservadores liberales. Por eso tememos que, andando los dias, lleguen á nuestra noticia los desastres ocasionados por la última de esas inundaciones, y tal vez nos veremos obligados & sacar en rogativa á algunos amigos para que cese la inundación de pretendientes. T en los teatros se anunciarán funciones en esta forma : < A beneficio de las provincias que más han sufrido durante la ultima inundación de conservadores liberales. ¡» Se dice que el Carnaval va viniendo á ménos. [Ilusión ! Para El Busilis el Carnaval va siempre á más. En Carnaval perpétuo estamos todos, lo mismo social que políticamente considerados. En Carnaval está aquel ex-secretario de S. Vicente de Popol que vende á su partido por unos cuantos millones. En Carnaval se encuentra el cantor de Elisa, cuando quiere embromar á todo un pais como el nuestro. De beata se viste aquella muger que engaña á su marido, de apasionado aquel jóven que vive & costa de las jamonas, de hombre de bies aquel banquero que engaña al público y da estancos á sus ex-protegidas. Nos hacia faltaba una especie de introducción para hablar de La Rúa. Ya la hemos hecho, y nos encontramos felices. Entremos en materia. ¡Mamarrachos I llama la prensa local á los máscaras que han dado vuelta á la Rambla estos dias, en vez de darla (la vuelta) á una noria. ¡ Error, error Almirall, ó error craso, que es lo mismo ! No hay más que poner un poco de imaginación al servicio de los sentidos para hallar hermoso lo que los demás encuentran feo y Jara, es decir, ripunanfe. El Busilis, sentado en la cervecería de Gambrinus, con un doble-bok de cerveza- Strasburgo al lado, vé pasar las máscaras, y hace consideraciones. Tal vez sea otra cosa lo que pasa, pero & él se le figura lo siguiente. ¿Qué es eso? Un gran armatoste tirado por nneve caballos y un sietemesino delantero vestido de chulo. Ya sé lo que representa. Pero no me da la gana decirlo i Que no me da la gana, ea ! (1) No vayan ustedes i leer La Ruá,' porgante.