LOS DEPORTES 51 leí mar, el k^orte marííkcr 2 $m títáaí ¡El mar! De este inspirador perpetuo de poetas, músicos, pintores y filósofos, quienes á pesar de su grandioso valer é impresionable corazón jamás han de lograr cantarlo y alabarlo como su sublimidad merece; de este inacabable conjunto de esquisitas poesías, bellísimos cuadros, sentidas harmonías y profundos psiquismos que siempre han de emocionar á los que rinden ferviente culto á las bellas artes, desde que el mundo es mundo; y que á,"pesar de ello, no ha de agotar el precioso tesoro de lirismos que en el seno de su ancho piélago encierra; de esta masa líquida, de este mar qué es vida de nuestro cuerpo y aliento de nuestra alma, es de lo que ahora vamos á ocuparnos. Y si junto al sentimiento de nuestro corazón poseyéramos el inapreciable dón del bien decir y nuestra misión fuera la del poeta, ¡qué de delicadezas hallaríamos en él!, si fuera la del pintor, en él recogeríamos todos los colores y matices imaginables; si la del filósofo ¡cuántas reflexiones sacaríamos!; si la del músico^¡cuántas harmonías entonaríamos desde el suave rumor de las olas que mansamente van á morir á la playa en días de apacible calma hasta el imponente estrépito de las que embravecidas rompen contra las rocas en horas de angustiosa borrasca! Pero ni tenemos este dón, fní es por el lado lírico que 'nosotros debemos admirarlo y estudiarlo; á nuestro objeto, 'notemos de pedir auxilio á las musas, sino á la diosa Minerva, para que despojada de sus trofeos guerreros y provista del ramo de olivo, nos preste científica ayuda á fin de salir algo airosos en nuestro cometido. Confiando pues en ella, vamos á emprender el estudio de la atmósfera marítima. Puede que á algunos de nuestros lectores les parezca que vamos á tomar el agua muy lejos del molino, es decir: que para pregonar las excelencias del deporte marítimo nos apartamos bastante de nuestro objeto; á primera vista así parece, pero no es así; para demostrar clara y evidentemente lo que en sí vale nuestra afición, hemos de poner á la consideración de todos, lo mucho que valen las partes que concurren á formarla; y como nosotros estamos tan orgullosos (pero no apasionados) de ella, fácilmente se comprende que no hemos de perdonar medio ni detalle alguno, que contri, buya á enaltecerla como realmente se merece *) Véase el número 2 de Los Deportks. Si los que habitamos en la costa y aún en un puerto de mar, y con él estamos familiarizados y le vemos y respiramos (si cabe la frase) todos los días; á pesar de estar su atmósfera algo viciada por la proximidad ála tierra y sobre todo en los puertos, á causa de la carga y descarga de los buques; pues si á pesar de esto, cada vez que al mar vemos y su aire respiramos, no parece sino que cambia por completo nuestro ser; ¿qué ha de pasarnos al alejarnos de la tierra, aunque no sea más queá media milla mar adentro? qué querrá decirnos cuando esto pasa: aquella transacción que experimenta nuestro cuerpo y aún el alma, que trueca la opresión continua de pecho que se siente en las poblaciones, por el ensanchamiento pulmonar, que cambia este constante mal kumor y zozobra que produce el incesante bullir de las ciudades, por la plácida calma y el bienestar, ¿es qué estamos en otro mundo? cambió nuestro cerebro? son otros nuestros pulmones? acaso cambió por completo nuestro modo de ser orgánico?; nó, es sólo que nos hallamos en plena atmósfera modificadora, reparadora y vivificadora, en una palabra, es que respiramos aire de mar; un aire puro, que no nos envenena la sangre con ninguna substancia morbosa mezclada en él, y que no nos obtusa la mente con ninguna toxina de las que elaboradas ó recogidas por la sangre, por élla son llevadas al más noble de los centros nerviosos: Ramazzini ha dicho: á tal aire, tal sangre, y á tal sangre, tal salud: á lo que nosotros podemos añadir y á tal salud, tal hombre. Pero es que este aire, esta atmósfera no es igual en todas las partes del globo? es distinta su composición según sea terrestre ó marítima? nó, la atmósfera en su esencia es siempre igual en todo el globo, sus bases son inmutables, pero ella, es susceptible de saturaciones, es decir, de adiciones de distintas substancias que la vician ó depuran según sea su carácter maligno ó benigno. La composición fija de la atmósfera es la siguiente: EN VOLUMEN EN PESO Oxígeno 20'93 23' 13 Nitrógeno... 79'07 76l87 pero á estos factores se añaden una serie de substancias, que si bien se hallan en él constantemente, están en cantidad variable, como son: el ácido carbónico, el vapor de agua, el ozono el amoníaco y el gas salfídrico, y siguiendo á