EL FUSIL1S la rapiña. Estudiando las cabezas de Carlouche, Melgares, Jaime el Barbudo y demás aficionados á lo ageno, se comprende basta qué punto el canciller alemw brilla por esta que algnnosíiniadoreB Hatnarón cualidad. En aquella vasta cabeza no crown más pensamientos que los del merodeo. Pero unos se suceden á otros con la mayor rapidez: Dinamarca, Francia, Espafía. Luego vondrén Italia, Turqufa, Marruecos y la rlSbia miss Albion. Si el Dios protestante da vida al gran canciller hemos de ver cosas curiosas en Europa. No va é quedar un reloj para dar la hora. Y este órgano rapiñesco del xenón Bismarck ya se le había desarrollado desde pequeño. Cuando iba á la escuela timaba con fútiles pretextos los libros á sus compañeros. Cuando no tiene qué quitar á los los demás m litua á si propio, se quita los años. El bulto de la rapiña, y fíjense Vds. en su retrato, lo tiene desarrollado el fundador de la piratería en grande escala, del tamaño de un huevo de gallina. Es tan grande, que á veces le hace daño el casco. Cuando copó la Alsacia y la Lorena lodos creyeron qne se iba á parar allí. ¿Pero, y . la frenología, amigos mioe? Bismarck es inconsciente. Si ha nacido timador es nicio de constitución. En España no hubiera pasado de ser un vulgar Melgares: en Alemania es un hombre de Estado. Y »oan Vds. cómo á las naciones les conviene estar regidas por un pirata. Pero este pirata al ménos trabaja por su patria y no por su bolsillo particular, como otros políticos (habíamos puesto «ladrones») que conocemos. Bismarck es odiado con joalo motivo por todos los españoles; pero en cambio es llevado en triunfo por sus paisanos. Dígannos nuestros lectores á quién llevamos en triunfo aquí. Los alemanes son todos unos y pueden odiar 6 España. Aquí, además de los extrangeros, hemos íle odiar y procurar vencer á la canalla que simpatiza con ellos, que no tiene escrúpulo en decir que .intes que republicano español, prefiere ser soldado prusiano. Allí no hay alemanes espúreos. Aquí hay españoles (no llegan á doscientos) que besarían la bota de Bismarck, con tal que les conservase en sus destinos. Pero estamos observando qne de la frenología nos vamos á la patriotería, como dice el hulano Reselló, y ese no era nuestro propósito. Para concluir. El gran cancillei es inconsciente; ha uacido asimilador como hubiera podido nacer poeta, •orno Cánovas. Nosotros, antes de aplastarle el bulto de la rapiña que lleva en la cabeza, debemos aplastar las narices .le todos los germanizados que aquí tenemos. Recordarse, españoles, que podemos estar en idénticas circunstancias que en 1808. Y no decimos més. ¡AGUA FRESCA! La España estaba en un tris, caminaba bácia el abismo; se iba á romper el bautismo; y el pais casi fuera de sí mismo se preparaba á un jaleo que al Mónstruo comprometía, y é algún feo del que se hablará en su dia. Esos fieros alemanes, — qne al cabo tienen razón, pues somos nnos jayanes, — con tesón y consiguiendo sus planes unas islas nos timaron ni buenas para los potros, y con ellas y nosotros se quedaron. Hombres, chicos y mujeres sin que nada les acalle gritan á boca que quieres y hasta ponen los poderes en el medio de la calle. Y no hay nadie que recoja eso que está por el suelo. ¿Es canguelo? Pues hay que doblar la hoja y encomendarnos... al cielo. Ya, pasada la ocasión, echan jarros de agua fría sobre nuestra ebullición, y apenas se pasa dia Sin nna tribulación. Notas vienen, notas tan, y Bismarck esté en sus trece... ¡qué alemán! ¡Si hasta casi me parece que sabe más que BrijanI Mientras tanto, los papeles que llaman conservadores derraman todas sus hieles, sus horrores, sobre aquellos que son fieles á la patria y al deber y no quieren perecer de vergüenza en trance tal... ¡Que saben ni han de saber ellos de honor nacionell Agua fresca á todas horas, remojar al .patrialiwno, y al cinismo con unas frases traidoras rendir culto... Es la bandera de periodistas reptiles, séres viles qne se venden íí cualquiera. |Oh Mónstruo fenomenal que das largos al asunto! yo barrunto qne vas é quedar muy mal, porque hay unto positivo, cierto, real. Perderás las Carolinas, es decir, las perderemos, y veremos después de tantas pamplinas como luego no tendremos Marianas ni Filipinas. Pero que duerma el país; agua fria... Somos cero ante algún chisgarabís que gasta casco de cuero, ante el rey de los buc/iis Guillermo, viejo fullero. Pero no sabéis, liranos, que aquí no hay quien nos maneje y si vamos á las manos partiremos por el eje á traidores y prusianos. Ya los tiempos os dirán si la cosa se propaga cual vemos en nuestro afán, que el agua friu no apaga el incendio de un volcan. UN HULANO. El tabaquero Moret, esa mancha de la política española, ese tipo que entregó el poder á los conservadores... y Dios sabe porqué, ese hombre de quien nadie que lleve algo limpio en el corazón ó en la cabeza debiera ocuparse, ese... tal y cual, que negocia todos nuestros tratados y asuntos con el extranjero, ese se ha puesto el casco prusiano y sin que nadie le llame, rechazándole todo el mundo, se mete á dar pareceres, á conferenciar, á ir de aquí para allí, á hacer pasteles insustanciales para todos menos para él, y por último, á aconsejarnos que nos agrupemos alrededor de los conservadores. No tiene él la culpa, no. Si en la cuestión aquella se le hubiera sentado la mano y sin hacer caso de sus lágrimas se le hubiera llevado donde debiera ir, no estaría ahora haciendo el oso. Cuando vemos que los periódicos sérios se preocupan de sus idas y venidas, y nos trasmiten hasta por telégrafo lo qne piensa ese hombre qne ha creado una partidita de vividores á servicio del Mónstruo, no podemos menos de lamentarnos de lo bajo que está el nivel moral en nuestra política. En otro país, hubiera metido nuestro Moret la cabeza en una funda de almohada, de temor de sacarla á luz. Pero aquí todo se olvida. ¡A ver, un lacayo que nos ayude! grita el poder. Pues allá vá mi señor D. Sigismundo dispuesto á todo. Si D. Alfonso le dijera que le limpiase las botas, él lo haría lleno de unción. Y lo peor de lodo es que esta gente va haciendo escuela. Porque para mí, tolerar á hombres como D. Sigismundo es transigir con su política y su manera de ser. De este modo nunca se hará nada de provecho. Toda la nación indignada protesta contra un despojo. Loe turiferarios del poder reciben órdenes y combaten las aspiraciones nacionales con la mayor desvergüenza. Esto seria poce cosa porque ya sabemos el móvil. Pero no es suficiente; se necesita de las culebras que tenemos entre nosotros y ahí están los fosforitos dispuestos á todo. ¡Y todavía tendrá la poca vergüenza el partido nacional en tolerar á semejantes entes! OTRO HULANO. ¡Calay, calay, calay! Me han dicho que Loselló, el que hace de las erres eles, el que quiele ponelse el casco plusieno, os dilectol de La Dinastía. Yo no .conoda más que á 1 aslellal y é Godo, pelo aholaque sé que es Loselló la -voy á almal. Yo quicio decil á ese hulano que está tocando el cencel-lo. Que eso que ha dicho esté muy mal dicho, polque nadie le obligaba á ponelse en la cabeza aquel dlinul puntiagudo de Guillelmo y de Bismalck. Santo y bueno que sea monálquico, polque también hay olangutanes en el leino de la natulaleza; pelo que siga las huellas del peliodista y expehmentado político de que nos hablaba días atlás, está muy lequetefeo. Si á V., señol Loselló, le hace temblal la gnel-la pol las complicaciones y la bal-lednla qne vamos á echal de España, no es una lazón pala que vaya V. y coja un casco, aunque sea de municipal, y se lo coloque en el melón. Señol Loselló, V. eatalá muy mal, vestido de hulano. La figula no lo ayuda. ¿Y qué dilán en el Hospital? .Cuando le vean á V. entral.los enfelmos, se asustan y se muelen. Usted dilá que se muelan. ¿Pelo y la humanidad, señol de Loselló? Señol de Loselló, es V. uno de nuesllos pliinelos(no lea V. plumeros) hombles de olden. Mañé y Flaquel es una cliatula encanijada á su lado. El fulol plusiano no ha sido en éste tan sopeifelolítico como en usted. Y cleo jjuo es cuestión de tempelamento y además cuestión de faldas. A V.. le gustan las bailalinas y clee que las va á dal el opio vestido de mamal-lacho. Adiós, señol de Loselló, ya tengo ganas de vel-le á V. vestido de plusiano, con el sable al lado, paseando pol esas calles montado en la cluz de los pantalones. ¡Saleloso! TIRITOS. Mi valiente colega La Publicidad ha sufrido tres d e nnncias. Una de ellas es curiosa. Se dirigía á los limadores en tono irónico diciéndolel que en vista de la concentración de la guardia civil, podían trabajar por fuera de la capital. El fiscal lo ha tomado al pié de la letra. Venga V. acá, señor fiscal, ¿no pide V. á veces la condena do un periódico, no por lo que dice, sino por lo que quiere dar á entender? Pues siga V. el mismo procedimiento con mi colega correligionario. Demasiado sabemos ^todos que La Publicidad es un periódico honradísimo, que al escribir lo que escribió fué para censurar el abandono en que se tenía á los pueblos de fuera. O de lo contrario, en todas las denuncias qne Vd. haga de ahora en adelante, aténgase á la letra, no al espíritu. Esto se lo dice é V. amistosamente El Fusilis, que, con franqueza, le tiene á V. más miedo que á un batallón de huíanos de La Dinastía. Un millón de francos ha pagado D.* Mercedes Martínez Campos a la curia romana para poderse separar del tiple del Vaticano que tenía por esposo. ¡Caro me parece! Por ese dinero se puede cualquier mnjer separar de un Hércules.