SEPTIEMBRE OCTUBRE 1988 21 habla constantemente en el idioma de adopción. El esfuerzo por sentiise igual a sus actuales companeros le hace limar sus diíerencias. Basta citar como ejemplo el hecho de cambiar su nombre y escoger otro en cierta afinidad fonètica, asi de Badia pasarà a llamarse Eva, de Rachida a Rosita, de Duam a Carmen, de Ahmed a Jaime, de Habid a Javi, etc. Asi mismo trata de transformar su aspecto fisico, de hacerlo semejante al del espaiiol, le desagrada su pelo ensortijado y, por todos los medios, pretende ponerlo liso. La religión es enfocada de forma ambigua y con frecuencia contrastada: prohibidones alimentidas, pràctica del Ramadàn... Las chicas sienten en el seno de sus familias una situadón rígida y bloqueante con reladón a sus compaheras espanolas, con quienes viven en continua referenda. No aceptan que sea el padre el que elija al futuro cónyuge. La libertad de escoger, reivindicada por las jóvenes, està en su fase inidal; presumiblemente pasaràn anos para que pueda hacerse realidad, aunque ya està planteando problemas en las familias. Los padres han engendrado una generadón «de cambio». Un tupido velo separa a unos y otros en lo que respecta a usos y costumbres. Sin embargo, el joven tiene el futuro màs turbio y ensombreddo que sus antepasados, portador, como es, de un pervenir desconocido y angustioso. Si lo piensa bien puede llegar a descubrír taras importantes: ser joven extranjero y parado en una sodedad que no cuenta con él. No obstante pequeiios brotes surgen en los ambientes de inmigradón extranjera: hay una condenda sodológica y psicològica màs profunda, una nueva dinàmica se està desperezando, aún pàlidas pinceladas de lo que puede llegar a ser una toma de posición. Los jóvenes desentumecen a sus padres y les empujan a recuperar su dignidad. Los hijos no quieren una reproducdón a lo idéntico de sus padres. Su padre ha trabajado sin hablar, pero él hablarà, reivindicarà, lucharà por su reconocimiento, algo es derto, los hijos no van a aceptar el ser tratados como sus padres, «inmigrantes a perpetuidad», y para obtener el reconocimiento que reclaman, la sociedad de acogida debe concederles espacios pròpies de'autodefinición, zonas de contacto que derriben los muros que separan las diferentes razas y culturas y que padres e hijos convivan y existan politicamente, es decir, que inscriban su perve¬ nir e incluso su pasado allí en donde se juega por el momento su presente. Hombres con derechos dvicos para poder ser actores políticos, perquè existir en un estado, hoy màs que nunca, es existir politicamente. Hay que pensar en una política de inmigradón que favorezca el respeto mutuo y que acabe con la inseguridad credente que dia a dia pisotea la dignidad de los inmigrantes: miedo de ser expulsades, miedo de no obtener la renovadón de la residenda, miedo a perderlo todo, después de llevar aqui muchos anos. iCómo lograr su integradón en la sodedad espahola en igualdad de derecho, salvando lo especifico y diferente? Perquè lo que està claro es que ser diferente no es sinónimo de ser inferior. No se les puede negar el derecho a lo especifico, si su intendón, como lo es, es de permanecer en Espaha. Entre estos jóvenes se dan varias posturas que pueden quedar asi definidas: - Hay quienes dicen, son los menes, «yo soy espahol como los otros». - Hay quienes afirman su biculturalismo y aseguran: «Aqui quedaremos perquè hemos naddo y hemos creddo aqui». Intentan vivir el Islam en una sodedad ocddental, aceptando lo que hay de bueno en las culturas locales y reivindican su identidad cultural y religiosa. • Los hijos no van a aceptar ser tratados como sus padres, "inmigrantes a perpetuidad". - Hay, por último, quienes afirman -un reduddo número- su adhesión al mundo àrabe con fuerza: «Yo soy àrabe, yo soy musulmàn». Ante esta reiteración de identidad, la «ocddentalizadón» es una amenaza. Los movimientos islàmicos intemadonales les hacen sentir el valor de pertenecer a una comunidad fuerte. Estos jóvenes se rebelan contra una sodedad de acogida, que -dicen- ignora sus valores y no los mira con simpatia. Tres conceptes se nos ofrecen para dar una primera salida a estàs poblaciones en èxode: ilntegración? iAsimiladón? ^Inserción? Me inclino por la primera, entendiendo por tal la definición que da Antonio Perotti: «La capacidad de confrontación y de participación de valores, uormas, modeles de comportamiento, tanto de parte del inmigrado, como de la sodedad de acogida. La integradón es un proceso gradual por el cual los nuevos residentes pasan a ser partidpantes actives en la vida econòmica, sodal, dvica, cultural y espiritual del país de inmigradón. El aspecto reladonal "inter" es esendal a la nodón de integradón. Supone el abraze de las culturas y excluye la mezcla, la fusión o la yuxtaposidón». La integradón tiene que pasar, necesariamente, por la eliminadón progresiva del clima de incomprensión y de desconocimiento, que daiia la imagen del otro e impide sacarlo del estereotipo en el que se le tiene ubicado. La ignorància engendra valoradones tópicas. El acercamiento a la realidad resulta incòmode, perquè conocerla nos obliga a cambiar nuestros esquemas mentales. Se empieza a comprender, y por aiiadidura a amar, cuando se conoce algo. Los ministres de cultura europees en la conferenda de Oslo y màs tarde en la de Atenas afirmaban que los trabajadores extranjeros habían centribuido al desarrollo económico de Europa y que constituian nuevas comunidades sodo-culturales en el seno de la misma. Por lo tanto convendria definir las grandes líneas de una política cultural europea en favor de los trabajadores y sus familias. Concluyen que la mayor parte de nuestras sodedades son ya multiculturales y le seràn cada vez màs, que cada cultura tiene sus particularídades, y como tales son respetables y por último senalan que el multiculturalismo es potendalmente una riqueza1. No olvídemos que une de los rasgos màs notables de la modernidad es el encuentro entre los diferentes pueblos. Es necesario educarnos y educar a las generaciones nuevas a la solidariadad, comprensión y estima mútua. Quienes afirman que la diversidad cultural y ètnica es una amenaza para la cohesión sodal, ignoran nuestra misma procedència, nuestras raices: naddos de un mosaico de pueblos y culturas. I. La lutte contte l'intolerance et la xénophobie et l'action poui une soaété intercultuielle. Conseil de la coopération culturelle. (Strasbouig, 1985) pàg. 40. Atacar las causas PERIFÈRIA El Derecho intemadonal reconoce a los extranjeros, en el territorío estatal en que viven, un conjunto de derechos fundamentales, como puede ser el derecho a la vida, a no ser detenido arbitrariamente, a no sufrir tortura u otros tratos inhumanes, o el acceso a los tribunales. Hacer efectivo en nuestro país ese nivel mínimo de derechos internacionalmente aceptado para las personas que no comparten nuestra nadonalidad es, desde luego, un punto de partida que conviene asegurar. No es sin embargo una cota suficiente. Un objetivo de màs envergadura es el de la plena igualdad ante la ley, especialmente cuando son tan abundantes las normas discríminatorías como en nuestro país - derechos políticos, laborales, o règimen de entrada y permanenda en el territorío espahol, por ejemplo- aunque como es bien sabido, éste no sea màs que un estatuto jurídico formal que poco o nada garantiza la igualdad material. Pero es posible ir todavía màs al fondo: empezar a atreverse a cuestionar el concepte de nacionalidad. Hablar de nadonalidad es hablar de soberanía de los Estades, uno de los grandes dogmas de nuestro Mundo. Con toda segurídad no serà bien visto. Por ello no es paradójico que determinadas propuestas, que tal vez pueden llegar a subvertir el concepte de nadonalidad, se hayan hecho precisamente en relación con àmbitos en los que hay rebajas en la soberanía estatal. Es un caso muy claro la propuesta de crear un vinculo de dudadania en el marco de la Comunidad Econòmica Europea para todas las personas que residan en su territorío, con independenda de su nadonalidad. Ello permitiría a las personas que no poseen la nadonalidad de ningún Estado miembro de la Comunidad, con arreglo a ese nuevo vinculo, gozar de una igualdad de trato en relación con los nacionales de los doce. La propuesta es modesta, pero significativa y nuestro Gobiemo, que presidirà pròximamente la Comunidad, tiene una buena oportunidad de recogerla e impulsaria. Ahora bien, con la soludòn de los problemas de las personas que no tienen nuestra nadonaüdad -normalmente inmigrantes en busca de trabajo, perquè los otros no suelen tener tantospodría muy bien suceder como con las campahas en favor de destinar dinero, público o prívado, a la cooperadón en favor de los países subdesarrollados. Aunque son actividades necesarías, cenllevan siempre el riesgo de parecer sufidentes. Las causas del subdesarrollo que lleva a miles de personas a buscar una forma de vida màs digna al otro lado de sus fronteras, son sufidentemente con oci - das. Ha sido reiteradamente repetida la responsabilidad que los países desarrollados tienen en la formadón y el mantenimiento de unas relaciones econòmicas intemadonales profundamente injustas y antidemocràticas, que condenan a la marginadón a tres cuartas partes de la población mundial. Tampoco es descubrír nada nuevo el afirmar que la superadón del subdesarrollo exige, en primer lugar, un proyecto de transformadón interna de cada país interesado y una mejor distribudón de la riqueza, sobre la base de un modelo de desanoUo propio. Pero lo que ya no es tan común es el reconocer que, màs allà del 0,7% del PNB para la ayuda ofidal al desarrollo, màs allà de un respeto y de una igualdad de trato para los trabajadores extranjeros, la aportadón necesaria del Norte al desarrollo de los países del Sur pasa por un conjunto de medidas en diferentes sectores, destinadas a transformar las estructuras de las relaciones econòmicas internacionales. Se trata de facilitar el acceso de los productes de los países subdesarrollados a nuestros mercados, eliminando el protecdonismo que bloquea las manufacturas y no potendando los productes sintèticos frente a los productes bàsicos naturales; se trata de facilitar la industríalizadòn de los países subdesarrollados en lugar de trasladar solamente las fàbricas màs peligrosas o contaminantes, y ello puede -probablemente debe- suponer una reconversión de ciertos sectores de nuestra indústria. Se trata de apoyar, en el Fondo Monetarío Intemadonal o en el Banco Mun-