268 LA ACADEMIA CALASANCIA del que la rige, ha llegado á ser, y lo digo con orgullo, el primer centro de su clase, en Barcelona. Y para probaros que vuestra galantería no ha caldo en tierra ingrata, pagaré fineza tan delicada hasta donde esté á mi alcance, sometiendo á vuestro examen y alde.la distinguida concurrencia que me escucha, un trabajo en harmonia con la fiesta que hoy celebra el mundo católico, y de una manera especialísima esta Academia, objeto desde sus comienzos de la paternal predilección de León XUI, á quien os presentaré en sus relaciones con la política contemporánea. El tema es digno de vuestra notoria erudición y elevada cultura, es de actualidad, pero como todos, ofrece un camino poco accesible á mi costosa concepción y tosco y obscuro exponer. Mas tengo la seguridad de que recibiréis con marcadas muestras de aprobación y cariño mi desaliñado trabajo, que no en balde la indulgencia es patrimonio de los ilustrados. • * Está visto que la época actual ha de ir burlando todos los cálculos y previsiones humanas. Cuando las instituciones parecen mejor cimentadas por apoyarse en una sucesión de hechos que prueban su bondad, ó que al menos aseguran su existencia, en razón de los intereses que á su alrededor han creado, caen al soplo de una contrariedad insignificante en su origen, é imprevista en éste y en sus resultados, y desaparecen las obras de los siglos en la lucha de un día. Cualquiera diría que nos hallamos en uno de esos periodos críticos que nos muestra la historia, en los cuales se han renovado la humanidad y el mundo, despojándose de repente de sus antiguos hábitos y de todos sus antecedentes como de un ropaje ya usado, para abrazar hábitos nuevos y consumar en un breve período la gran renovación que en otro caso seria el resultado lento y razonado de los siglos. Todo está conmovido y amenazado; parece que vamos á entrar en una edad desconocida, y que antes de entreverla hemos de abandonar todo cuanto habia constituido la vida social y la vida íntima de las naciones. Para los entendimientos reflexivos ya no hay ninguna duda, que el movimiento que agita el mundo es un movimiento providencial, que ha de conducir á la humanidad á un perfeccionamiento notable en su condición moral y material, pasando antes , como es consiguiente, por los dolorosos vaivenes inherentes á todas las grandes transiciones. En estos vaivenes quizá desaparecerán instituciones y creaciones humanas que han sido hasta ahora la vida y todo el ser de las sociedades pasadas: ¡dichosos los que vengan después de la gran renovación, y encuentren ya sólidamente constituido- el