403 LA ACADEMIA CALASANC1A cune sus llaga?, sin miedo á contagiar la enfermedad terrible á sus propios hijos cuando vuelva á su hogar, sin que un sólo instante deje de estar su rostro sereno y apacible y sin que si una palabra desús l&bios trola deje de ser de resignación y consuelo, si esa mujer existe, que no la conocemos, será un caso extraordinario, una excepción. Buscad en cambio una hija de San Vicente de Paúl, que asi no sea, y os será difícil hallarla. Necesitábase todo el loco desvario y todo el odio infernal de secta, para arrojar de las mansiones del dolor humano, á las Hermanas de la Caridad. La esperiencia ha puesto de relieve lo que es la filantropía y lo que era la caridad. Las i'dtimas estadísticas sacadas de los hospitales, asilos y casas de beneficencia de París, hablan con ní a elocuencia terrible. Pero el pueblo de París ha perdido la fe y Dios le ha castigado con el vértigo de la locura. Pudiendo ver no quiere mirar, ni quiere escuchar pudiendo oír. Las últimas estadísticas enseñan que se ha gastado triple para cuidar igual número de enfermos. Que son diarios los escándalos cometidos por las enfermeras laicas. Que en el cuidado de los enfermos falta la ternura y la abnegación heroica de las Hermanas de la Caridad. ¿Cómo podía ser de otra suerte, si entre la filantropía y la caridad, media la misma distancia que entre el oro y el oropel? «La filantropía que; encarecen los filósofos, dice el eximio Catalina, ama eu el hombre al hombre y aún esto es mucho conceder; la caridad y por lo tanto sus hermanas, aman en el hombre á Jesucristo y en la figura del mendigo, del huérfano y del enfermo, ven con los ojos de la virtud la sacrosanta figura del Salvador. La filantropía suele dar lo que le sobra; la caridad suele dar lo que no tiene; la caridad parece que renueva diariamente el milagro de los panes y los peces. La filantropía se compadece de los desdichados que ve ú oye; los ojos y los oídos son sus mensajeros: la caridad se compadece de las desdichas sin verlas ni oírlas; las siente en el fondo del corazón. La filantropía remedia los males que salen al encuentro; la caridad busca los males para remediarlos y las aflicciones para consolarlas. La filantropía suele residir en los grandes palacios: la caridad vive eu los hospitales y en los asilos, allí donde viven sas hermanas.» En vista de los resultados obtenidos con la sustitución de las hermanas, por las enfermeras laicas, y de que éstas han llegado á convertirse para el pueblo de París en un tipo odioso, al paso que la Hermana de la Caridad había sido siempre verdaderamente popular, algunos ciudadanos de París, piadosos.calólicos, deseosos de libertar al pueblo de la tiranía horrenda en que le tienen sumido los anticlericales, decidiéronse á tomar parte en las últimas elecciones municipales, consignando en su bandera el hermoso programa de restablecer en lo» hospitales á las Her-