Soñé que me hallaba en una gran plazi , en medio de la cual se levantaba un alio y soberbia obelisco con una urna en su punta , que encerraba los preciosos restos del insigne LACY. Una breve, pero enérgica y bien escrita inscripción, compuesta por la academia de Buenas Letras, que se habla encargado de ella como de un trabajo tan propio de su instituto , referia el distinguido mérito , patrióticas hazañas y gloriosa muerte del héroe, y manifestaba á los pasageros embelesados al contemplar tan suntuoso monumento cual era el motivo de habérselo erigido por la patria agradecida. Varios trofeos patrióticos y militares y mezclados y dis- ' puestos con el mas bello órden , adornaban la urna sepulcral y espresaban las virtudes cívicas y militares del héroe , que tanto se habia señalado por todas ellas. Todo el monumento estaba formado de hermosísimos mármoles blancos de Cariara, que la Junta patriótica habia hecho trasportar de Italia con un costo inmenso. Sobrecogido de admiración y de respeto á la vista de tan grandioso como venerable monumento , prorrumpí al instante en esus espresiones. Descansa en paz , inmortal LACY , descansa en paz , y gózate en tu sepulcro. Este es tun digno de ti , como tú eras digno de que los mejores cinceles de los hijos de la patria se ocuparan á porfía en labrarte un monumento, que acredite para siempre su habilidad y tu heroísmo. Gózate eternamente en tu sepulcro de donde continuarás en mantener puro y vivo el fuego sagrado de la patria libertad, que inflamará los nobles corazones de los españoles con el mismo ardor con que habla inflamado el tuyo y que á la par de los duros mármoles de tu sepulcro permanecerá en la heróica España tanto como ellos duren. . Apénas habia acabado de pronunciar estas palabras , oí un espantoso ruido que salía de lo interior del sepqlcro : de repente bamboleó el obelisco y todas las piedras del monumento pareciéron desquiciarse , amenazando un ruinoso y fatal desplomo: cayó la tapa de la urna, y levantóse de ella el héroe, cuyos restos contenia, con las heridas aun abiertas , y manando en abundancia la misma sangre, que el plomo homicida vertiera medio lustro hacia á impulsos dfrl mas fiero despotismo. Arrancó un hondo suspiro de su pecho , y me dijo con voz tierna y dolorida : r>ei acendrado amor á la patria , que me hizo derramar esta sangre y encontrar la muerte en mi alta empresa de hacerla libre, el mismo amor á la patria no me deJa descansar en paz en mi sepulcro, y mis manes agitados al rededor de él no pueden lograr la tranquilidad y reposo que tú rae deseas y atribuyes. Ciertamente es grande y magnífico este monumento, y yo estaré eternamente agradecido á los dignos y generosos conciudadanos que lo erigiéron y costeáron con tanto gusto y suntuosidad. Es muy primorosa su obra , son bellísimos los mármoles, de que lo han construido; pero, ay! estos mármoles no son patrios, son mármoles estrangeros, por los que ha perdido la patria una gran cantidad de dinero , que ha pasado á manos de los estraños. Hermosos mármoles abundan en las montañas de Granada y de Valencia ; las canteras de Tortosa y Tarragona suministran los mas vistosos y matizados jaspes á Cataluña ; y cuando España conozca exactamente las muchas y variadas producciones , con que la mano liberal de la naturaleza ha enriquecido á su feracísimo suelo, tampoco faltarán mármoles del blanco mas alabastrino, ün negro y magestuoso jaspe sacado de las canteras de la patria por las manos de sus mis- [a] mos hijos, cuyas necesidades se pudieran haber remediado con el precio de su trabajo , me hubiera sido mucho mas agradable , al paso que se hubiera adelantado en el pais este ramo de industria ; y no hubiera sucedido que el que ha muerto por la patria yazca en un sepulcro estraño y nada patrio. Este sepulcro no puede contentar á los manes de un patriota español , ni darle jamas el debido reposo." Dichas estas palabras desapareció el héroe , cayó la urna , rompióse el obelisco en mil pedazos , y se hundió todo el monumento en el geno de la tierra , que no pudo soportar carga tan pesada como espúrea. Con el horroroso estruendo disperté yo despavorido y fatigado como el que acaba de padecer una grave pesadilla ; pero me tranquilicé luego al pensar que todo habia sido un sueño y que la ilustre junta patriótica dejará sin duda de afligir á los manes del inmortal LACY sacando de la patria una gran suma de dinero, de que tanto necesita en las actuales circunstancial. Es de V. alecto servidor. Un español de cuatro suelas. Señores Editores: Nuestra sabia Constitución, sancionada en Cádiz por las Cortes generales y estraordinarias del reino en el año 1812, es todavía desconocida por una gran parte de los ciudadanos de la provincia , y el fanatismo procura con cautela su aborrecimiento. Estas verdades las han conocido , y conocen los hombres ¡lustrados , y aun el Gobierno mismo ; y aunque se ha procurado disminuir la preocupación , no se han adoptado en mi concepto medidas tan enérjicas como se requieren , para iluminar á los incautos , y destruir las artimañas del servilísimo. , 1 He leído declamaciones sobre este ponto en los papeles públicos de esa capital ; pero no he visto hasta ahora aplicar los medios en mi concepto mas conducentes para esterminar la malicia, y el engaño. La circular del Sr. Obispo de esta diócesis de a del pasado Abril , según se me ha asegurado, es la única que se ha tomado de las importantes providencias que podrían acordarse ; pero no es en mi concepto suficiente. Mis cortas luces no se decidían á tratar sobre este importante asunto , mas me decidí finalmente á escribir este sencillo papel , por que no lo han hecho otros , y porque anhelo el bien de mi cara patria. Los Ministros del Altar, que estaban por sí mis* mos instruidos de la Constitución ántes de la mu* danza de gobierno, eran muy pocos, y no son actualmente muchos. Me consta por la esperiencia. Sin embargo todos egercitaban sus pulmones en los púlpitos , y en los altares , declamando por seis años consecutivos contra aquel apreciable instituto , solamente por hallarse injustamente proscrito por la Inquisición , y por que otras personas de su clase lo condenaban , como el primer instrumento fabricado por la impiedad , para arruinar el templo santo , y desquiciar las puertas de la religión católica. Sus sermonazos no produgéron todo el efecto que se prometían los oradores. El pueblo cansado de sufrir atropellamientos , y vejaciones, molestado por contribuciones insoportables , y cada dia mas abatido por la miseria , conocía la necesidad de un nuevo sistema de gobierno , y persuadido de que la Constitución (que no entendía ) trocaría de un instante á otro su suerte ; la deseaba , la apetecía. Así es que fué generalmente proclamada con en-