opinión pública como sospechosos , qtiiere presentar como tales á las raimiones de hombres conocidos por su patriotismo y amor a la Constitución. No es de este lugar hacer una apología de las sociedades patrióticas. Las razones en que se apoyan sus contrarios nos parecen suficientemente rebatidas. Pero no po.iemos dejar de confesar que no llegamos á comprender como el gobierno pueda quitar ó suspender el derecho que nos da la naturaleza de reunimos á comunicar recíprocamente las ideas con nuestros conciudadanos , derecho que no hemos abdicado en el pacto de la sociedad. Quien nos recuerde los clubs de los jacobinos y las tum\iltuusas juntas de Inglaterra , logra solamente confundir las cosas, y manifestar su poco conocimiento en la sesuda moderación española. «Antes de concluir quiero manifestar Insta donde la ignorancia ó la malicia ba estendido el nombre de auliconstitucionai. Tales se han declarado, V aun se ha pretendido que dejaban de ser ciudadano/: cuanios habiau sido cmnleados durante estos seis últimcs años. ¿Qüerrán estos fogosos aman-, tes de la Constilncion , que si así como el que llaman ¡mpprio del des; ocismo duró seis años hubiese durado sesenta nos viniesen á mandan los asiáticos ? Yo ciertamente no creo que si á estos escrupulosos se Ies hubiese proporcionado ira destino lo hubiesen tensado sulo por iiu mancharso con los tiranos. wMadn de lo dicho me toca :í mí. Soy un mero particular, que ni estoy compróme! i üo por el Rey ni por la Constitución-. Amo á esta porque conozco sus ventajas , en lo que hago mas que mucho* que quieren pasar por sus ardientes partidarios sin haberla tal vez leído." (/;7 íiinanle ¡la la unión.) Unióos esta es también nuestra divisa. Son pasados los dias de venganza. Reiinanse todos los españoles al redador del trono que se eleva en medio de la sala del Congreso. Acábense los odios que nos Jesuniéron algún dia por meras opiniones políticas. Llamémos á nuestro seno á los que una fatal ó injusta intolerancia nuestra arrojó mas allá de los Pirineos. Abrazémos á los qne detestaron nuestro código, y manifestémosles lo que va de nosotros á ellos. Sean entre nosotros voces sin significación los nombres de liberales y serviles, ultra-realistas y republicanos. En la metemsicosis política que acaba de obrarse en Espsña, bebamos lodos la? aguas del Leteo. Olvido de lo pasado, vigilancia en lo presente, esto es lo que siempre clamaremos. [3] Carta al general B'jnaparte en la isla de Sla. £lena. Mi general : hace dias he tenido la snti'íiiccion de leer el n rhanuscrilo venich de Sin. Elena de un imdo desconocido" impreso en Londres, con tanto mayor placer , cuanto no solo por su estilo lacónico el mas sublime y elevado ba picado con sn asunto la curiosidad de toda Europa; sino también por que el gusto de leer al escondite una obra prohibida , daba un no se que de mas sabroso al apetito del espíritu y un no se qué de triunfo de alma contra la tiranía de la razón y del entendimiento humano. Eillo es , qne al tener el honor de hacer á V. E. mis respetos , no es mi intención corregir ni rectificar los errores y preocupaciones con que V. E. favorece al Rey y á la nación ; pues para esto no ba?ia poner notas á la traducción del mnnus«rito j sino escribir otro crítico-apologético cou razones y hechos dignos de las glorias de Españai y su monarca qne V. E. ha despreciado , y que mi débil pluma no sabría desempeñar en competencia de tan apasionado rival. Mi obge.to es , si lenco la dicha de lle«ar á sus manos , provocar la opinión de V. E. tan respetable en el mundo político y militar, sobre los felices, heroicos y gloriosos sucesos de la España COnStitMiunal , de que actual toenté gozamos. SUpdVigo á esta fecha, ya habrá llegado á oidos deV. E. el canto de diea millones de tedeum , los millones deTepiqucs de campanas , de cañones, saludos , salvus , caneloñas patrióticas,- vivas, fiestas, locuras, paces, perdones , reconciliaciones , y ya no hay mas que patria, religión, Rey y Constitución. ¿Que dice pues V. E. de estA España wislgnificanie , visobre la cual jamas habia- señado V. fí-, á causa de jí< nulidad" ? ¿de esta España por quien dijo á V. E- el miuisito Tailleranu «rao despierte F". M. I. al León que está dormido ? de ese pueblo español d quien V. E. ha llamado ignorante , fanático , y 'feroz ? ¿ de esa nación poco temible huyendo ú la vista de vuestros soldados; mientras todo un Lord Welington , bien conocido de V. E. decia de los nuestros pasado el Bidasoa vinerecia cada luto tu bastan tíe ge;ier(i/ ? ¿ Que dice V. E. do eíta nación que lo espcliu de ni suelo y acaso del trono imperial ; que se dio una Consiimcion con que se hizo libre, hizo miedo á V.E. y espanto á todos los desr-c.tas? que rescató á su Rey con su safíipre y su valor : qué en 6 años de li?a!iad' há sufrido 6 siglos de iniquidades : y al fin Quiroi;3..j conoce V. E. á- Quiroga....? Quiroga dijo ¡''iva* la Constitución; la nación respmidió viva, qua viva dijo el Rey.... ¿juicmos? Si y todos juramos y la Sohstitncáun vive y vivirá para eterno pesar de los Egoístas , y terror de los tiranos, ¿Y que dirá V. E. de aquel Fernando , que puesto en el trono español no •Dalia mejor que su padre con el 'añadido de bien se lo que me d'go?; mas yo también ré lo que V. E. óuiio decir con la satirilla, muoho mas cnandri cónjiesa t:.bo la culpa de poner (il Rey prisionero en Palenrey, en lagar de dejarlo ver á iodo el mundo ú fn de desengañar á los que se interesaban por él ¿y ahora....? Vamos... ¿que dirá V. E. de ese Fernando constitucional , sagrado , iflviolable , impecable , Rey paternal de sus subditos , fiel egeculor de las leyes , sin favoritos sin camarillas, amado, idolatrado de la Espafia libre y soberana; Rey á quien ningún epíteto como el de grande, magnpiiirpo , bntno , ni otros muchos pueden convenirle , con mas q)ropiedad qile el de Fern uido el constitucional único y singular en su especie y que abraza iodos los otros; a' no ser el de Fernando el divino , si en el dia fuera de moda la apoteosis de los reyes?... vamos.... ¿que dice \, K ? encogerre ds humbror. Sin embargo EscnrO. Sr. yo soy ingenuo y amigo do la verdad no faltan i'tbücs tramas de la pancií/cr a: y ;al vez oirá decir S. F. hsyvnnjnnta apóstol i ca qué iféne su zahúrda en Portugal ; pero tr.ml-ien es vcrdr.d tiene sobre sí la indignación de los Stos Aposto'es , la del Rey y la nación; y asi ella como las de sn calaña presentes y futuras desaparecerán como el humo; pues cerno ha dicho V. E. y nosotros lo hemos probado, diez millones de habitantes no reciben la ley que ellos no eaieren recibir de nadie. Baste por hoy de noticias y de glorias: entretanto nunca me ha parecido V. E. "mas grande, que entretenido en sn jardín aplicando ¡a fiicsoila á ias flores y á las plantas : felicito la conformidad de