Tomo 11. Barcelona 29 de Diciembre de 1872. Núm. 45. PUNTOS DE SUSGRICION: BARCELONA LITOGRAFIA DE JUAN VAZQUEZ. RESTO DE ESPAÑA PIUNCIPALES LIltílEniAS. ^1 PRECIOS DE SUSGRICION: ESPAÑA. 16 REALES CADA 12 NÚMEROS pnRuJos por anllc pado. NÚMEROS SUELTOS 2 REALES. ULTRAMAR 24 NUMEROS 50 REALES. ADVERTENCIA. Con la reimpresión del número 12 hemos podido completar algunas colecciones, que ofrecemos á las muchas personas que nos las han pedido, sintiendo no poder tal vez complacerlas á todas. Dichas colecciones, contando hasta el número 18 con que terminará el último trimestre del año, están de venta en nuestra administración, al precio de 96 reales una. Tamhien podemos ofrecer al púhlico algunas colecciones completas del primer tomo á 150 rs. encuadernadas y á 125 en rama. CRONICON. Hoy si que comienzo mi revisla con una noticia \crdaileiamenle nacional, es decir, á la antigua ospañula. lió aqui la noticia: ¡¡lia cambiado el miuistcrioü ¿Verdad que es esto español de pura raza? Sí, lector amigo, aquel ministerio presidido por el Ínclito Huiz Zorrilla, aquel ministerio de quien decia su jefe quo vivirla ó moriría compacto por no haber divergencia entre sus individuos, ha dejado do existir en parle, para que ni una sola vez deje de equivocarse el desventurado jefe do pelea. A'gunos ministros de aquel compacto ministerio Lan roto la compactibilidad. Aquellos caballeros, entre los que no había ni podía haber la rnenor divergencia, se han separado á causa de la divergencia mai/or que puedo caber, no ya entre individuos do un mismo partido político, s:iio hasta entre los sectarios del oscurantismo y los de la civilización moderna. Tudos los ministros eran radicales, pero de radicalismo tanque algunos de ellos se asustaron ante la inmensa gloría que les cabria dando el golpe do muei le a .una de las ,pocas instituciones que, con la monarquía, nos legaron los tiempos bárbaros. [One radicalismo el de esos radicales! ¿Serán mas radicales sus sucesores? Asi parece... ¡pero parecen aqui tantas cosas quo perecen antes de aparecer! -Veremos. •> Confieso que no soy yo de esos á quienes el corazón se lo dice lodo. Yo espero, veo y juzgo. Por de pronto solo puedo anunciar la crisis parcial y las causas de la crisis. Los efectos vemlrán después. Ahora voy á dar á Yds. con la mayor reserva, con todo el misterio posible, nna noticia que, de ser pronunciada en voz alta, po Iria ocasionar la muerte repentina del honrado D. Manuel. Oiganla Vds... pero Vds. solos. «Dos ilustres generales, cuyas espadas empezaban á ser presas del moho, se han puesto al íin de acuerdo, inspirándose, como es de suponer, en el mas acrisolado patriotismo.» ¿Que tal? ¿No es la nueva para dar al traste con todo el ciego valor, no diré de un Ruiz Zorrilla, sino basta de un Nicolás Rívcro? ¿Y quiénes son esos iluUres generales, preguntará ahora la curiosidad del lector? Perdóname, amigo mío; por tu gusto escribo, bien lo sabes; por ti mo desvelo; nada conozco que por complacerte no lo hiciera sobre la marcha; pero declararle el nombre de esos dos ilustres veteranos eso es imposible diez veces ímpos ble. ¿Sabes tú las complicaciones que pudieran resultar de revelar yo ose grave, profundo, trasceJental secreto? ¿Lo ha revelado el periódico que lo descubrió el primero'.' . El se guardará muy bien. Los hombres graves somos muy. ... graves. Y eso que á la vez somos muy... agudos. ¡Inescrutable secreto de tesitura quo tampoco me es dado divulgar! ¡Ah! si yo hallara en mi alma la debilidad, la ligereza sulicienle para vender la roílad de los arcanos que he descubierto! ¿quién me igualaría en riqueza? ¿Quién? Nadie; ni siquiera el periódico que sabe lo de los dos ilustres generales. Déjame, pues, que calle y conlénlate por hoy con saber que los dos generales son ilustres: primor dato; que se inspiran en el mas puro patriotismo, con esclusion de todo cigúrriUo (inclusos los de la Honradez): segundo dato; que el uno es general y el otro también: tercer dato; y por último, que ambos han sufrido mucho por la libertad y el trono, con lo cual dicho se eslá que son desinteresados hasta la pared de enfrente. No puedo... no quiero decir una sola palabra hasta que llegue el caso... que ya llegará. Ha llegado el momento de hablar de la gorda, del acontecimiento de actualidad, del suceso que ha tenido por espacio de algunos días suspenso el ánimo de los españoles. El suceso se ha realizado, siendo, como todas las gordas, la fortuna de unos pocos y el desencanto y la desesperación de los mas. Esta vez la gorda ha caído sobre una de las islas adyacentes, sobre Mallorca, sobre Palma. Palma se ha llevado la ídem en el éxito de la gorda. l'nos cuantos jugadores alistados en el batallón Tuimero 1 637 =1 han obtenido el triunfo que envidia España entera. La gorda se ha efectuado sin derramamiento de sangre. No so han derramado mas que un millón quinientas mil pesetas. ¡Ah! ¡quién hubiera podido pelear en esa barricada! Córdoba, Madrid , Itarcelona y otras poblaciones menos importantes han secundado con gloría el moví miento, pero su triunfo ha sido menos cuantioso qu' el de los isleños palmesanos. ¡Salud y pesetas, ilustres hijos de laAlmudaina! Digo... salud, que las pesetas ya las tenéis. ¡Cuándo rae caerá á mí una gorda! - ¡Ah! lo ignoro! También á los carlistas les ha caido la gorda en un número regular do soldados que á las órdenes del coronel Mola y Martínez so les vinieron encima la semana última, ocasionándoles una emoción inesperada. Así lo dicen los telégramas. Cuando llegue la lista grande daremos mas pormenores. Ya ven Vds. que esto coincide perfectamente con lo de: « Tranquilidad en lodas las provincias. » Porque erectívaraenle, las provincias no pueden estar mas tranquilas. Ni menos. Están en el justo medio, sí señorc?, en medio del pedregal. Allá veremos quien saca el carro. La cuestión, como ven Vds., es de muías, y muías se sobran en España. El empréstito... ¡ah! ¡el empréstito! ¿Quién puede hablar á ciencia cierta del empréstito? Yo... lo confieso, yo no puedo hablar del empréstito á ciencia cierta. Cubierto, dice el gobierno. ücscubieiio, dicen algunos periódicos. Pues me cubro y sigo mi camino, esperando que algún sábio me descifre el enigma. Pero ¡ay! ¡que hay cnigraas que son indescifrables! |Ay-l ¡que hay enigmas que quedan para siempre sepultados en el fondo de un banco! ¿Será el empréstito uno de ellos? Lo sospecho. ¡Ruiz Gome/.! ¡Ruiz Gómez!.. ¡Ah! ¡cuán mejor barias en llamarte Lucas Gómez! Con eso y con que acaben Vds. de pasar medíanaraentc siquiera los últimos dias de esto mal año, inaugurando otro mejor, quedarán satisfechos los deseos do este humilde croníconista ciruelo ó Cércelo. UN VIEJO CUCO. En Francia hubo una guerra, una guerra tremenda, espantosa, una de esas guerras que suele Dios mandar de vez en cuando á los pueblos envilecidos por el pecado de monarquía. Francia, que llevaba la peor parte en esa guerra, no por falla do bríos, sino de cañones que no compraron sus mandarines, engolfados en otros gastos mas personales; Francia, digo, resolvió un día hacer la paz y para hacerla convocó una Asamblea quo procuró, como era natural, se compusiera de los hombres menos ardientes, ó si so quiere, de los mas moderados.