Núm. 19. Barcelona 6 de Agosto de 1881. Año I. ADMISmCM. TEXIDÓ Y PARERA 6, PINO, 6, BARCELONA. PÜSTOS DK SüSCRiaON BARCELONA. En ta Adminíitracion, 6, Pino, 6, y ta las principales librerías. MADRID. San Manin, Puerta del Sol, 6, y en el resto ile España y Américas en casa de todos los corresponsales de Texidó y Parera. PARIS. C. Borraní, Buc Saints Peres, o y Hayas Fabra, place de la Bourse, 8. LONDRES Eug. Micoud it C iSg. Fiect Street. F. C. HILAN. Para toda la Italia, Fratclli Dumolard. Pedidos y redamaciones i la Administración, 6, Pino, 6, B«r«elon». Pueden hacerse las susenctones desde fuera, dirigiéndose á la Adnunistracion y acompañando su importe en sellos de correo. PERIÓDICO POLÍTICO JOCO-SÉRIO PROVINCIAS ULTRAMAR Y ESTRANJERO SE PUBLICA A LO MENOS UNA VEZ CADA SEMANA NCMEBO SUELTO CÜUBIEKTE, En Barcelona, 4 CUARTOS. Eb ti rulo d( Es¡>iBa, 15 Ca. de Pta. NCMERO ATBASADO, Itlnii hfm, 25 Cénts de Peseta. RIGALOS k LOS SRES. SDSCMTORIS Todos los suscritores recibirin el número envuelto en una degante cubierta, papel de color, conteniendo un extenso catálogo de las últimas novedades bibliográficas. Además, vtriik.iniiosc la suscricion por i año, pueden obtenerle las ventajas siguientes: i .' — Rebaja de un 10 por 100 sobre todas las obras que publiquen ¿ administren los Sres. Teiidá y Parera.— 6, Pino, 6. Barcelona. Regalo del Almanjque dt laMot* ca, que se publicará á ñn de año. NUEVA SOCIEDAD Entre las diversas sociedades que conocemos en nuestros dias, con y sin existencia legal y con fines más ó menos ajusiudos á las prescripciones del derecho, ninguna presenta un carácter tan peculiar y ofrece resultados más pingües y positivos que la que pudiéramos denominar Sociedad de socarros mutuos entre ¡os gobernadores y secretarios délos gobiernos civiles de España. Cómo el título indica, los socios que la constituyen deben desempeñar los cargos expresados, y no se les eiigc otra condición que la de observar extrictamente el precepto de «protege al colega de la manera que tu desearas que él te protegiese.» No es necesario el empleo de capitales y no se requieren condiciones de capacidad para ser socio. Los estatutos y reglamento por qué se rige esta sociedad no son d;l todo conocidos, aun cuando la letra de ios principales artículos la Conozcan y comenten las personas algo listas y avisadas. Dicha asociación se basa, igualmente, en la confianza y buena fé de los que la forman, por más que algunos recelando de las cualidades que adornan á cienos socios y considerando ineficaz el interés común, exijan garantías poco conformes con tos usos y prácticas observadas en la contratación durante la edad anrigua. Asegúrase que la integridad de carácter, el respeto á U ley y el culto por la razón, perjudican ¡defectiblemente al socio que tenga la candidez de creer en cosas tan anticuadas y fuera de uso. Aii como dá opimos frutos el juzgar un bajalato el cargo que se desempeña, el imponer la propia voluntad como doctrina legal y el hacer caio omiso de las órdenes de la superioridad y de las quejas de la pública opinión. Varios son los trabajos que ejecuta la sociedad para alcanzar los (ines que persigue; pero cuando maniliesta más actividad y cuando los socios no descansan un momento en sus particulares tareas es en la época de elecciones. Entonces, hay que verles abandonar los cuidados de la administración para dedicarse cada uno cun aían y asiduidad i trabaj-ir paro sus consocios; nu atender á otras solicitudes y recomendaciones que á las emanadas del seno de la asociación, y convertir los empleados en agentes electorales y las oficinas públicas en lugares de reunión para sus amigos y aliados. Mácese entonces al.; '-la que otra escapatoria á las provincias limítrofes, y á las más lejanas se envían jgetlies de conñaiixa con instrucciones claras y concretos. Hasta ahora se hdbh creído de buena fe que bastaba ser candidato oficial para obtener el triunfo ó contar siquiera con grandes probabilidades de éxito en la campaña electoral. De aquí en adelante nadie se prometerá la victoria como no sea miembro de esta nueva y provechosa sociedad que reseñamos. . - Los resultados son posiiívus. Supongamos por un momento que á dos gobernadores se les antoja, porque tienen comezón de figurar, por vengarse del gobierno ó por otros lines, tomar asiento en el Congreso, atrapar la alta invenidura de diputado á Cortes. Prescindiendo de la intención, los deseos, las aspiraciones por sí solas nada ofrecerían de particular. Pues bien, á cualquier ciudadano se le alcanza que es difícil, sino imposible, que sus deseos se realízen como no cuente con arraigo en el país ó con grandes simpatías entre los electores, aparte de las condiciones personales que oecesariamente . debe Esto, sin embargo, no reza con el funcionario de que tratamos. Conociendo este las aspiraciones de un colega suyo, anticípase tal vez hasta á los deseos de aquel, y al primer entubio y sin embajes ni rodeos le propone sacarle un acia de elección para diputado en dlgun distrito de la provincia que administra, á condición de que á su vez él le entregue otra igual correspondiente á la provincí:i que gobierna. El procedimiento es sencillo: una permuta de servicios. Aceptada, como es natural, la olénu, trabajan ambos de común acuerdo y con igual afán y entusiasmo, ya que el interés es común y que redunda en perjuicio propio la desidia ó falta'de actividad en la tarea. Podrá darse el caso de que existan diputados naturales en un distrito — ya van escaseando los ejemplares — ; de que el gobierno designe oficialmente o tal 6 cual candidato: nada les arredra, á todo se sobreponen, vencen toda clase de dificultades, tuercen la voluntad de los electores, mistifican el sufragio y salen victoriosos en su empeño. Quéjase el cuerpo electoral, clama la prensa, disgústase el gobierno; nada importa. La victoria ha sido completa, y D. Fu. laño y D. Zutano abandonan sus ínsulas para ocupar los escaños del Congreso. Yo, francamente, admiro el procedimiento por su sencillez y por la serie de combinaciones ,1 que se presta. Acaso, si fuera gobierno — es un suponer— me preocuparía la tal asociación hasta el punto de tratar de disolverla ó de reformar los estatutos y reglamento por que se rige en sentido ménos desfavorable para mis intereses. Puede que hiciera lo que observamos en el que tenemos; tumbarme á la bartola y dejar hacer. De todos modos, entiendo, apesar de ser en principio partidario de las asocijeiones, que algunas son peligrosísimas y que el gobierno muestra un descuido altamente censurable permitiendo ó tolerando la existencia de aquellas cuyos fines se oponen i la moral ó al derecho. ¡Medrado estaría el país si prosperara y se desarrollase esta de que tratamos! EL BANCO AZUL Yo soy el banco del poder consuelo; yo soy banco en que el poder se sienta; yo soy el banco de color de cielo aunque Indico mil veces la tormenta. Yo soy el porvenir del diputado; yo conocí ministros respetables, v sobre mis espaldas han estado, Us personas de estado más notables. i'cro es cierto, v.tmoj cieno! que otras veces taSí de tontos el enorme peso, y he servido caintiien á ciertos peces, ile esos truchas que vienen al Congreso. Yo sé de los ministro» los secretos; y aunque camiiii.- el Oohierno á cada paso, yo les olrczca á todos mi* respetos tin mudar de color en ningún caso. En cuestión de mandar, todos son unos; mas yo entre tanto soy, — bien lo he probado, — tanca de la paciencia para algunos y para otros banquillo de acusado. Por lograr mis servicios y bondades desplega la pasión su furia insana; tto se respetan honres, ni amistades ¡que á todo obliga la ambición humana! Pero ese atan le juzgo verdadero, pues •jó soy del poder en las regiones el banco que produce más dinero á los que en mí coloquen sus acciones. Yo soy el pedeaisl de la política; siempre en mí los ingratos se cebaron Y me atormentan con a^uda crítica los qus ya mis favores olvidaron. Si en mí se sienta el liberal fogoso, lufre en seguida un cambio extraordinario^ pues yo poseo el talismán precioso de hacer al liberal, reaccionario^