porque no tengo aquí bibliografías, ni catálogos donde ver que precios alcanzaron ejemplares del Durandiis, de la misma edición. — Pues manos á la obra, que el tiempo es oro. Instálate en ese gabinetillo con Teresa. Ella te dará el tomazo colorado. Mucho precio ¿eh?... Ahora dejarme concluir estas cuentas. Cuida tú, muchacha, de que María Antonia no nos haga aguardar como siempre: la cena á las ocho en punto. Xo te digo que nos acompañes, porque hoy no vas á dejar sola á tu madre, mañana... — ¿Se puede? Interrumpió en aquel momento el mulero, colándose de rondón, sin aguardar á que le dieran licencia. - — ¿ Qué ocurre, Lorenzo? — Naa, que á la generala le ha dao un dolor que se hace forvo revolcándose en el suelo. La generala era una magnífica mvla de paso , cabalgadura de Don Martin, quien la tenía en más estima que Calígula á Incitatus, cuando lo nombró cónsul. El viejo usurero salió disparado tras de Lorenzo, dejándose todas las puertas abiertas y diciéndonos : — Vuelvo enseguida. Nos quedamos completamente solos Teresilla y yo. De cuantos mezquinos, legítimos é instantáneos placeres ofrece esta broma pesadísima que llamamos vida, no creo que haya ninguno comparable al que experimenta el hombre que comparte las propias aficiones con la mujer amada, y con ella trabaja, ó la tiene por público. Oiría recitar nuestros versos, fin estropearlos, tocar y cantar juntos, tenerla de modelo, verla, en fin, entusiasmarse con nuestroi triunfos en la carrera, en el oficio, ó en la afición que nos domina, constituye una felicidad casi sobrehumana. En España, donde no abundan las mujeres dadas á lecturas profanas, bien elegidas, es casi inútil buscarlas con conocimientos suficientes para apreciar el mérito de un libro, solo por sus condiciones materiales. Si existen entre nosotros algunas señoras con aquellos gustos y nociones, serán tan contadas como las que no hablen jamás de moños, modistas y franchutas constructoras de sombreros. Yo, que fui muy mediano estudiante de derecho, tuve siempre grandísima afición por libros viejos y modernos, bien impresos ó encuadernados. Se puede tener pasión por las llores y no saber una palabra de botánica. 12;