HISPAN1A n.o 15 SO Setiembre 1899 EN LA CORTE DE LUIS XV 1 kancia es la tierra clásica de las Memorias y Correspondencias. Ambos géneros de literatura reflejaron á maravilla el carácter nacional, y hoy, sin monarca ni corte, siguen representándolo igualmente que cuando Luis XIV se consideraba como el estado mismo y lo era en realidad. La gente palaciega no podía ser tachada de holgazana, puesto que cortesanos fueron los autores de innumerables volúmenes que acaso no acertaran á componer las más laboriosas academias. El duque de Luynes ocupábase en Versalles, hacia el promedio del siglo xvm, en narrar día por día las gestas de Luis XV y de sus servidores con la minuciosidad del que ama su oficio y en él se complace, y algo también con el cuidadoso esmero de quien escribe para la posteridad , siquiera fuese á título de documentación, aun cuando él creyera que de admiración hacia su soberano ó más bien hacia su ídolo. Abarca su trabajo diez y siete volúmenes compactos. El duque de Luynes representa en el reinado de Luis XV lo que Argemon y el abogado Barbier en el de Luis XIV, lo que el admirable Saint-Simon en los veintitrés años que comprenden sus Memorias; pero, así como éste se expresó con el vigor intenso del escritor de raza, la pluma del de Luynes se desliza por el papel sin aventurar más que juicios velados y tímidos, indicio cierto de una naturaleza endeble, á la cual su Señor mete miedo. Pero, aun cuando se detuviera en los objetos, retrató, sin querer, las almas que en la corte de Versalles pasaban deleitable vida, sin adivinar la próxima tormenta. Aquellos hombres, como su cronista, pensaban que sus insignificantes acciones habían de convertirse en seculares é imperecederas. Si deseamos saber cómo eran recibidos en palacio un embajador ó una embajadora, Luynes nos lo dirá sin omitir ni siquiera el vuelo de una mosca, si por ventura se interpuso en la ceremonia. Si apetecemos conocer cómo aquellos personajes se movían en el tablero cortesano, nos describirá sus menores gestos y actitudes. Trátase de la recepción de una dama, y el duque escribe : «Madame de Luynes hizo una reverencia á la reina y luego á las damas que la rodeaban; enseguida recibió á Madame Zeno, esposa del embajador de Venecia, en el exterior de la cámara; después se saludaron, cumplimentaron y besaron, penetrando en la cámara de la soberana. Madame de Luynes iba delante y á la derecha, seguíala la embajadora, y tras ellas iba el Señor Saintot (introductor). Así que Madame de Luynes se hubo acomodado, la de Zeno inclinóse de nuevo ante S. M. en medio de la cámara, y, ya tocando á la reina, besó el borde de su vestido, haciendo la cuarta reverencia y un rápido cumplimiento. Pasados algunos minutos, llegó el rey por un salón que sirve á la reina de gabinete. Madame Zeno se levantó, todas las demás damas hicieron lo propio , y aquélla hizo dos ó tres reverencias, durante las cuales el rey se adelantó , después de haber saludado al entrar, y la besó en una mejilla solamente. Madame Zeno se inclinó de nuevo. El soberano volvió á su cámara por el camino donde viniera, y la señora embajadora hizo las mismas reverencias que 182