Editorial Vidas separadas Este número 51 de fn P/e de Paz nace de una profunda preocupación. Hay muchos datos que indican que la solidaridad en nuestra sociedad desarrollada se ha quedado obsoleta; es necesario repensaria para encontrar el significado que debe tener en el nuevo escenario mundial, donde mas que nunca se produce el vacío de un proyecto común que nos una a los seres humanos. Hay necesidad de solidaridad, pero ^cómo formularia hoy de manera que sea eficaz? Nuestro mundo camina por una senda de desigualdad creciente, sin que seamos plenamente conscientes de sus consecuencias. Cuanto mas avanza la interdependència econòmica, política y cultural; cuanto màs se difunde la información y el conocimiento de lo que ocurre en los rincones màs apartados, paradójicamente, sin embargo, las vidas de los seres humanos se alejan màs. La desigualdad entre los países màs ricos y los màs pobres no sólo sigue aumentando, sino que se ha acelerado en las dos últimas décadas, en que se ha multiplicado màs de dos veces. Al finalizar este siglo, después de haber planeado durante casi cincuenta ahos distintos modelos de desarrollo, hemos conformado el mundo màs desigual que jamàs haya existido. Si las personas que nacen en nuestras sociedades europeas han visto crecer su esperanza de vida, que sobrepasa los 75 ahos y se acerca a los 80, las personas que nacen unos kilómetros màs abajo, en los países del Àfrica Subsahariana, han visto cómo en los últimos ahos sus vidas se recortaban, llegando apenas a los 50 ahos. Dicho brutamente, quienes nacemos en Europa tenemos derecho a un cincuenta por ciento màs de vida que los que nacen casi en nuestra fronteras del Sur. ^No es demasiada diferencia como para seguir diciendo que est^mos en el mismo barco? Si a ello ahadimos las condiciones tan dispares en las que se desenvuelven unas y otras vidas, resulta màs exacto decir que son proyectos separados, con tendencias divergentes llamadas a no encontrarse. iQué es solidaridad en estàs circunstancias? No se trata ya de simples desigualdades, se trata de personas con futuro y personas sin futura. Mientras esto ocurre, el discurso oficial rebaja las exigencias de la corresponsabilidad ante la situación. La dècada de los noventa ha visto disminuir la cuota de la ayuda pública al desarrollo, alcanzando el nivel màs bajo de su corta historia. La solución al problema de la deuda externa de los países màs pobres y endeudados se enmaraha entre las burocracias de las instituciones internacionales y la falta de voluntad de los gobiernos por asignar los fondos necesarios. Las propuestas presentadas no pasan de ser débiles fuegos artificiales que en modo alguno han aliviado la pesada losa que supone el pago de la deuda y que està hipotecando el presente y el futuro de esos países. Las estrategias de cooperación al desarrollo destacan que su objetivo es la lucha contra la pobreza, y se plantean como objetivo reducir el número de personas que viven con menos de 1 50 pesetas al dia. Para ello proponen una sèrie de medidas, la mayoría de las cuales deben ser adop- 3 n> CL fü "D QJ N o Ln