9565 ae pilfü que los Iiombres al buscar la libertail debpn pasar desdeñosamente por delante de las idew que se presentan bajo la forma áspera y angulosa del sistema? Ni», esto sefia un error grave, y mas que error injusticia, por que muchas ideas fecundas han enlradu por esta puerta. El sistema llama la a^ncion y la cautiva cuando es el fruto de una inteligencia enérgicamente ooneentrada, obliga al examen por el temor eo n frecuencia saludable de la agresión, sobresale en plantear el problema y nos obliga á mirarlo cara á cara, conslsiréndo su Iñíusptrtaole utilidad en despertar los' ánimos adormecidos en el ppÜjiiismo ó la indiferencia. uExisle una forma de la idea que se anticipa á los acontecimientos, que no contradice-al orden real sino que se le adelanta', y que se verifica en lodo progreso una anlicipatoion ine\itablc del órden lógico sobre el órden real; pero si la idea ha de ser considerada como realmente práctica, os preciso que la distancia que la separa del hecho no sea laida que no pueda salvarse fácilmente con un esfuerzo colectivo. Ciertas ¡nleligencias liepen un alcance de mirada eseepcional, pues les sucede que, al dirigirla hacia las persuectivas lejanas, anuncian de un modo profélico las futuras jornadas del pensamiento humano, aun que, viendo tan lejos, descuidan á veces lo que está cerca de ellos, esto es, la posición actual de las cosas, y se muestran dispuestos á cruzar de un sallo un es|iado que reclama siglos enteros pa'ra ser recorrido, y tratan a[ género humano como si este llevara en ios pies las maravillosas bolas del gigante de là fábula y no las suelas ile plomo de la historia. La óptica intelectual cuenta también sus présbites y sus miopes; unos que ven bien áloléjosyen grandes masas, y otros de cerca y en los detalles. nLa ciencia práctica es la de la oportunidad. Los hombres prácticos no son los de lo pasudo, ni son tampoco eselusivamente los de lo porvenir, sino qtie pertenecen á lo presente donde verilican su perpetuo encuentro lo parvenir y lo pasado. Los individuos y los pueblos que demuestran estar dolados por esceleneia del sentido práctico son los que saben marchar hacia lo porvenir sin ignorar lo pasado, y conceder al hecho lo mismo que á la idea su parle necesaria. La lógica pura, asi comb el empirismo, no es el hecho de la práctica, pues la idea es una fuerza que no obra en el vacio, sino que penelra en un cemro propiamente formado y se halla obligada, al mismo tiempo que modilica mas ó menos este centro, á seguir los rocieos que le impone. Penetrando cu el vacio, la idea seguiría la linea recta y abstracta y un llinerario sumamente lógico, pero al enconIrarse en lo pasado donde se insinúa describe forzosamente una curva que el hombre práctico calcula do antemano hasta cierto punió ó adivina por instinto, porque pertenece lal vez al insluito mas bien que al raciocinio. nLa utopia busca el movimiento perpetuo, olvida que su sistema no está destinado á obrar con libertad, y descuida en sus combinaciones el frote y la resistencia. Al hombro práctico pertenece el cuidado de medir la fuerzaqne deben de" perder las ideas nuevas en su contacto con los heclios existentes, asi como ha de descubrir también los puntos por los cuales pueden encajar en el conjunto que les ha precedido algunas teorías nacientes, disminuidas y muliiadas siempre en la aplicación, y que solo pueden destinarse á ser reemplazadas poco á poco y de-manera que todo se renueve constantemente, pero por medio de trasformaciones sucesivas. Las grandes reformas que han conmovido al mundo, consumadas en apariencia de una sola vez, suponían en pos de ellas el trabajo de algunos siglos, porque lodo es ouiluo en el universo, y la idea debe de adaptarse á la situación y la situación á la ¡dea. Hay sin embargo inteligencias que, después de lanías lecciones escritas con sangre humana, creen aun en la eficacia del terror y de la compresión para realizar doctrinas incompatihles con una constitución dada y con el carácter fundamental de una nación, de una época y del hombre mismo en su constitución fundamental, y este error bárbaro está basado en una manera do ver que constituye la lii;rejia radical del espíritu sectario. El sectario no ve en la sociedad mas que un ougaSi.mo desenvolviéndose por medio de la opinion pública de dentro y de fuera, v la coiisjdi ra como un uecanismo susceptible como tal de ser modificado iñlerior y esleriormente por una acción también mecánica. Los partidos aceptan gustosos esta teoría, y ereon quf han logrado vencer cuando, no lian hecho mas que comprimir, pero el poder de la ídea que rechazaron con la viQÍencia liacc una reacción y los desmenuza bajo el peso de sus iras acumuladas. Hay en las masas un ínslínto susceptible de educación, pero qüe puede siempre falsearse, y los gratules talentos y las voluntades elevadas llenen obligación de servir do intérpretes á la confusa voz de la muchedumbre. Son Ideas fecundas aquellas que convierten en instituciones duraderas y benéficas lo que se mueve en las entrañas de la nación ó de la época.»